La Guerra del Fútbol

Las guerras y conflictos en la región latinoamericana, desde la Conquista hasta las Malvinas y el Cénepa. Personajes y sucesos históricos militares.
George S Patton
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La Guerra del Fútbol

Mensaje por George S Patton »

En la primavera de 1969 año se disputaron dos partidos de eliminatorias para el mundial de 1970 de México . El de ida fue en Honduras con resultado de 1 a 0 sin que pasará nada Pero en el de vuelta, jugado en San salvador, que ganaron los locales por 3 a 0, se produjeron grandes enfrentamientos entre las hinchadas. En aquel entonces el sistema no era como ahora ( que es por grupos y que vale la diferencia de gol) entonces la FIFA dió un empate entre los dos equipos, determinando la clasificación a jugar un tercer partido que tendría lugar en un campo neutral.
Para tapar los hechos graves de la expulsión de salvadoreños de Honduras, se usó el ambiente previo a este tercer partido para generar odio y recelos que derivaron en persecución de salvadoreños.
Para colmo de males el tercer partido lo gana El Salvador 3 a 2, lo que ya derivó en una caza del salvadoreño en Honduras.
El 14 de julio de 1969, tropas salvadoreñas invaden Honduras, y casi llegan a Tegucigalpa ( capital de Honduras) cuando la OEA negoció un alto el fuego el 20 de julio.
Recien en 1980 se dirimió la cuestión diplomáticamente.
Increible, pero triste, el conflicto habría costado 2000 muertos, y las persecuciones 2000 más.
Las consecuencias fueron la disolución del MCE ( mercado comun centroamericano de tendencia pro-USA para unir centroamerica contra Cuba o al menos evitar la influencia cubana), la dificultad de El Salvador de encontrar lugar para esos desplazados que retornaban ( El salvador era un país latifundista y les tuvo que ceder parcelas empobrecidas a esos campesinos que iban a ser luego la base del Frente "Farabundo Marti" para la Liberación Nacional ( FMNL)
Aparte que gracias al prestigio ganado en la guerra los militares y su partido ganaron las elecciones en El Salvador que iba a inaugurar largos años de dictaduras.
La guerra civil ( si quieren llamenla de otro modo) duró hasta 1992.


FAHF5
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Honduras

Mensaje por FAHF5 »

Algo mas serio de este asunto...


La Guerra del 14 de Julio de 1969

Para explicar el fenómeno de la mal llamada "Guerra de Fútbol" o bien llamada "de las 100 horas", es necesario revisar los antecedentes de la crisis que tuvo por expresión ese acontecimiento histórico. Desde la creación del Mercado Común Centroamericano, Honduras siempre manifestó una debilidad económica y su papel básicamente fue un mercado de los productos salvadoreños y guatemaltecos. La infraestructura industrial hondureña no creció y el contexto histórico de crisis se profundizó por las políticas de cada Estado para proteger su economía. Por eso, la llamada Guerra de 1969 es la expresión del conflicto entre ambas economías, sumado a la alta presencia demográfica de salvadoreños y el permanente e indefinido status de los limites territoriales. Honduras decidió aplicar drásticas leyes migratorias y el retorno masivo de salvadoreños estimuló al gobierno salvadoreño a realizar preparativos bélicos abiertamente llamamiento a las reservas, formación de milicias, compra de nuevas armas.

El 25 de junio de 1969 se informó por medio de un boletín de prensa que se había constituido en aquel país el Bloque de Unidad Nacional alrededor del gobierno, con la participación de todos los partidos políticos del país, las organizaciones sociales y el ejército. Estas noticias fueron conocidas en Honduras y nuestro gobierno continuó con su política de armonía diplomática. A raíz de las agresiones físicas de los aficionados salvadoreños a los jugadores de la selección de fútbol de Honduras obligó el día 25 de junio a la Secretaría de Relaciones Exteriores a emitir un comunicado en el que se pronunciaba sobre los hechos de violencia ocurridos el 15 de junio en el Estadio Flor Banca. "No es necesario remontarse -expresaba el documento- muy atrás para descubrir que el estallido de violencia antihondureñista fue algo preparado y cuidadosamente planificado. El partido de fútbol constituyó la chispa que hizo estallar la dinamita. Esta comenzó a colocarse hace ya varios años, cuando el gobierno de Honduras, en uso de su derecho, y, precisamente para evitar futuros males, invitó al Gobierno salvadoreño para que, en forma conjunta, buscaran solución al problema que constituye la desenfrenada inmigración hacia nuestro país, y simultáneamente, empezar a demarcar la frontera entre ambos Estados".

A estas alturas, aún continuaba el retorno masivo de los salvadoreños hacia su país, lo que exasperaba a la política oficial de El Salvador al no poder ubicar de manera satisfactoria a sus compatriotas y aumentan el gasto social previsto en vivienda, educación y salud. Por ello, con el propósito de frenar este flujo amenazante de personas, el gobierno salvadoreño se dirigió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en cable del 25 de junio, quejándose de que los salvadoreños residentes en Honduras habían sido objeto de "eventos violatorios de los derechos humanos, con carácter de genocidio, como asesinatos, persecuciones, agresiones, daños a la propiedad material y expulsiones masivas". La queja demandaba la presencia de una subcomisión en el terreno de los hechos con el propósito de investigarlos y ponerles fin. Al día siguiente, sin la respuesta del caso, El Salvador rompió relaciones diplomáticas con nuestro país, lo que era un claro indicio de la magnitud que el gobierno de aquel país le daba a los sucesos, principalmente al retorno masivo de salvadoreños.

Por su parte, Honduras también se dirigió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. En cable del 25 de junio el Canciller de la República, Tiburcio Carías Castillo, denunciaba que el gobierno salvadoreño había incurrido en violación de los referidos derechos al permitir el atropello a los ciudadanos hondureños que habían visitado El Salvador con motivo del encuentro futbolístico del 15 de junio. La comunicación demandaba, asimismo, la presencia de observadores en territorio hondureño para estudiar los hechos denunciados y comprobar que "los ciudadanos salvadoreños residentes en Honduras no son objeto, ni lo han sido nunca, de persecuciones ni atropellos de clase alguna". A estos comunicados respondió el Secretario General de la OEA, Galo Plaza, que pronto enviaría un subcomité al lugar de los sucesos y que los Ministros de Relaciones Exteriores de Costa Rica, Guatemala y Nicaragua se habían ofrecido como mediadores en la disputa.

Tanto El Salvador como Honduras aceptaron, con fecha 28 de junio, la mediación de los Ministros de Relaciones Exteriores de los países antes indicados. De inmediato, tales ministros hicieron sendos viajes a San Salvador y Tegucigalpa con el fin de entrevistar a altos funcionarios de los respectivos gobiernos. Al finalizar las pláticas el día 30, emitieron un comunicado e hicieron ocho recomendaciones sobre la solución pacífica del conflicto: 1) reasumir la autoridad, por parte de los gobiernos, para evitar actos violentos contra los ciudadanos del otro país; 2) renunciar a las actividades bélicas por ambas partes y evitar la concentración de tropas en una franja de cinco kilómetros a uno y otro lado de la frontera; 3) tomar medidas para ponerle fin a la propaganda que incita a la violencia; 4) renovar el cumplimiento por ambas partes de los tratados vigentes sobre el Mercado Común; 5) iniciar investigaciones judiciales sobre los crímenes cometidos en los incidentes que tuvieron lugar en uno y otro país; 6) investigar los daños a la propiedad y establecer las compensaciones del caso; 7)que ambos gobiernos celebren un tratado de inmigración; y 8) establecer un mecanismo que garantice el cumplimiento de las anteriores medidas.

Como los preparativos bélicos de El Salvador eran manifiestos y en aquel país se había promovido la unidad nacional alrededor de las posiciones agresivas de su gobierno, el día 27 de junio se reunieron en Casa Presidencial más de 40 organizaciones políticas y populares de carácter nacional, cuyo primer comunicado se hizo público el 30 de junio. El mismo, decía: "por disposición del Gobierno de la República, el Comité Cívico Pro-Defensa Nacional constituye la esencia de las Fuerzas Vivas o sea el sector privado nacional. Lo integran nueve miembros de los distintos grupos político-económicos y cívicos existentes en el país. Se ha creado a solicitud del Gobierno de la República con el propósito de que el sector privado le brinde, en esta hora de emergencia, su contingente humano, espiritual y económico". El documento daba la siguiente consigna: "moderación y cordialidad hacia el pueblo salvadoreño, con énfasis muy especial en el buen trato que el pueblo de Honduras debe dar a los salvadoreños bien nacidos que conviven y han convivido por años con nosotros".

El 31 de julio, un avión comercial que despegaba del aeropuerto de Nueva Ocotepeque fue ametrallado por tropas salvadoreñas. Al mismo tiempo, unidades del ejército de aquel país atacaron el puesto aduanero de El Poy, frontera con Guatemala, mientras varios aviones de combate sobrevolaron nuestro territorio. Ante tales hechos, el gobierno de Honduras solicitó el 4 de julio una reunión inmediata del Órgano de Consulta de la OEA, formado por los Ministros de Relaciones Exteriores de los países miembros. En respuesta, el día 4 de julio se reunió el Consejo del referido organismo para considerar las medidas del caso. Después de una amplia discusión, se llegó al acuerdo de aplazar hasta el día 10 toda iniciativa de este nivel con el objeto de esperar los resultados obtenidos por la comisión mediadora de Costa Rica, Guatemala y Nicaragua. La decisión fue tomada con el visto bueno del representante de Honduras, en cuyas manos fue puesto el asunto, lo que constituyó un evidente error, pues el aplazamiento de medidas más enérgicas y de mayor nivel solo sirvió para darle tiempo al gobierno de El Salvador en el desarrollo de sus planes agresivos.

El 4 de julio llegó a San Salvador el subcomité de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El 6 de julio terminó sus investigaciones y envió una nota al gobierno salvadoreño, manifestándole que "requería de tiempo para estudiar los casos y llegar a una decisión". El 8 de julio arribó a Tegucigalpa y, después de conocer "in situ" las denuncias contra el gobierno salvadoreño, manifestó, el día 10, que le era "necesario tiempo para estudiar los cargos". Esta lentitud en el manejo del problema era realmente inconcebible, pues, mientras se analizaban hechos ocurridos un mes atrás, los preparativos de guerra por parte de El Salvador y sus planes agresivos se hacían cada vez más evidentes. Honduras, sin embargo, no los tomaba en cuenta y continuaba confiando en el buen resultado de las negociaciones encaminadas por los organismos internacionales antes indicados.

La mediación tripartita fue también un fracaso. El 8 de julio llegaron de nuevo a San Salvador los ministros mediadores. El día 10 recibieron una respuesta del gobierno salvadoreño acerca del plan de ocho puntos formulado por ellos el 30 de junio. La mayor parte de los planteamientos resultaron desaprobados por dicho gobierno, el que, además, exigió una medida inmediata sobre la cuestión que más le preocupaba: el retorno a Honduras de las familias salvadoreñas que abandonaron nuestro territorio o que fueron objeto de desalojo agrario, así como la indemnización correspondiente "por los daños físicos y el sufrimiento moral a que habían sido sometidas". El día 10 de julio viajaron los mediadores a Tegucigalpa. El 12 recibieron la respuesta hondureña al plan de ocho puntos. Honduras aceptó con pequeñas modificaciones dicho plan y el gobierno franqueó nuestro territorio "para que comisiones observadoras de la OEA comprobaran el cumplimiento del mismo". La diferencia de actitud entre ambos regímenes era más que evidente.

LA AGRESIÓN DEL 14 DE JULIO.

El 10 de julio volvió a reunirse el Consejo de la OEA. Al discutirse el asunto, se llegó al acuerdo, una vez más, de no tomar acciones de nivel superior para permitir a la comisión mediadora que culminara sus actividades en tal sentido. La disposición se tomó, igualmente, con el acuerdo del delegado hondureño, lo que hacía más grave el error antes dicho, pues a esa altura ya era más que evidente el fracaso de los mediadores. Así lo confirmaron los hechos ocurridos el 13 de julio, cuando las tropas salvadoreñas atacaron con fuego de morteros el resguardo de El Poy y dispararon contra la población civil de la zona. Ante tales sucesos, Honduras solicitó la reunión inmediata del Consejo de la OEA, lo que se produjo el día 14. Es hasta esta oportunidad que nuestro país declaró fallidos los esfuerzos de la comisión mediadora y exigió que se reuniera "de inmediato el Órgano de Consulta, dada la extrema urgencia de tomar medidas efectivas ante la inminencia de un conflicto bélico de gran escala que puede producirse entre ambos países".

El Consejo decidió convocar el Órgano de Consulta para "una fecha que oportunamente se fijaría", asumiendo, por su parte, las funciones de aquél con carácter provisional. Pero mientras se discutía este asunto a las ocho de la noche del día 14, el representante de Honduras anunció que El Salvador había iniciado una agresión en gran escala contra nuestro país. El ataque, ciertamente, se produjo a las seis de la tarde de ese día. Aviones salvadoreños bombardearon simultáneamente las ciudades de Tegucigalpa, Gracias, Nueva Ocotepeque, Santa Rosa, Juticalpa, Amapala, Choluteca, Catacamas, Nacaome y Guaymaca. Al mismo tiempo, unidades de infantería invadieron el territorio hondureño por siete puntos fronterizos: Nueva Ocotepeque, Valladolid, Mapulaca, Sabanetas, Aramecina, Langue y El Amatillo. Los ataques continuaron los días 15 y 16 y como los mismos no encontraron mayor resistencia, pues Honduras había confiado más en las negociaciones diplomáticas que en su propia defensa, los agresores ocuparon durante esas cuarenta y ocho horas una faja de casi diez kilómetros de ancho y lo largo de la frontera.

Sin embargo, al rehacerse de la sorpresa, el ejército hondureño, ayudado en forma heroica por el pueblo, inició una contraofensiva generalizada. A las cuatro de la mañana del día 16 se contraatacó por el frente sur, de modo que, al final del día, los invasores fueron expulsados de sus posiciones. Lo mismo ocurrió por el sector de El Paraíso, donde un destacamento de doscientos paracaidistas salvadoreños y muchos civiles de aquel país pretendieron avanzar sobre nuestro territorio, pero fueron totalmente derrotados con la participación del pueblo, el que dio buena cuenta de los colaboradores. En el frente occidental tampoco tuvieron mucho éxito las fuerzas agresivas, ya que, pasados los efectos de la sorpresa, el ejército hondureño logró detener su avance hacia Santa Rosa y reducirlas a la ocupación de Nueva Ocotepeque.

El Consejo de la OEA, reunido el 15 de julio, resolvió demandar el cese del fuego a ambas partes y el retorno al statu quo ante bellum, es decir volver al asunto antes del conflicto. El punto número uno de la resolución correspondiente, dice: "de conformidad con el Artículo 7 del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, instar a los Gobiernos de El Salvador y Honduras a suspender las hostilidades, restablecer las cosas al estado en que se hallaban con anterioridad al conflicto armado y tomar las medidas necesarias para restablecer y mantener la paz y la seguridad interamericanas y para la solución del conflicto por medios pacíficos". Honduras aceptó este punto de vista ante una delegación del Comité de los Siete que visitó Tegucigalpa el mismo día 15. Sin embargo, El Salvador sostuvo que el cese del fuego y el retiro de las tropas a su situación anterior eran dos cosas muy distintas y que, si bien aceptaba lo primero sin condiciones, lo segundo debería quedar sujeto a negociación. El día 17 se precisó la actitud salvadoreña cuando dicho gobierno expresó lo siguiente: "aceptar el cese del fuego, siempre que la Comisión de la OEA pueda establecer los mecanismos que garanticen la seguridad de los salvadoreños que se encuentran en territorio de Honduras".

Por fin, el Consejo de la OEA, reunido el día 18 de julio, acordó el cese del fuego a partir de las diez de la noche de esa fecha, así como el repliegue inmediato de las tropas, "de manera que estas operaciones se terminen dentro de un plazo de 96 horas, contadas a partir de las 22 horas del día 18 de julio de 1969, hora local centroamericana". Aunque el cese del fuego se aplicó, El Salvador no puso en práctica ninguna medida para retirar sus tropas y más bien movilizó paracaidistas el día 21, de modo que, al llegar las diez de la noche del día 22, las mismas aún se encontraban en los territorios ocupados. El pretexto para asumir tal actitud era "obtener garantías efectivas, a satisfacción de El Salvador, sobre la vida y derechos de los salvadoreños residentes en Honduras, en igualdad con los nacionales hondureños".

Finalmente, después de estas injustificadas dilatorias, el 26 de julio se efectuó en Washington la decimotercera reunión del Órgano de Consulta de la OEA. Durante la misma, El Salvador tuvo la audacia de presentar la solicitud de que se aplicarán sanciones a Honduras por el supuesto delito de "genocidio" y que, conforme a los artículos 7 y 8 del Tratado de Río, todos los estados miembros rompieran relaciones diplomáticas con nuestro país para montarle después un bloqueo económico. Esto indignó a los Ministros de Relaciones Exteriores, quienes prepararon de inmediato una resolución declarando "Agresor" al Estado salvadoreño, con las consiguientes medidas de castigo. Ante tal amenaza, el gobierno de El Salvador renunció a sus pretensiones absurdas y aceptó una resolución "moderada", es decir, sin represalias para ninguna de las partes, sobre la base de retirar las tropas de nuestro territorio. Esta operación comenzó a efectuarse el 1 de agosto, mediante el procedimiento de entregar a la OEA las poblaciones ocupadas para que dicho organismo las depositara, a su vez, en manos del gobierno hondureño.

LAS CONSECUENCIAS DEL CONFLICTO.

La guerra Honduras-El Salvador produjo, naturalmente, serias consecuencias. En primer lugar está la pérdida de numerosas vidas humanas y la destrucción material. Aunque no se tiene estadísticas precisas, es común hablar de que el choque antes referido causó un total de seis mil víctimas, entre muertos y heridos. Asimismo, produjo la destrucción de pueblos enteros a lo largo de la frontera y la ruina de numerosos centros de producción agropecuaria, muchos de ellos saqueados por las bandas de maleantes que acompañaban a las tropas invasoras. Pero, además de todo esto, el conflicto alteró profundamente las relaciones entre ambos países y entre los dos pueblos. Respecto a lo primero ocurrió que los estrechos vínculos estatales, fortalecidos por una común valoración de la gesta morazánica, se rompieron rotundamente después del 14 de julio de 1969. Referente a lo segundo, sin duda alguna hubo un cambio sensible: terminó la fraternidad abierta entre los ciudadanos de uno y otro país. El sobrenombre de "guanacos", dado amistosamente a los salvadoreños en otras épocas, se volvió un insulto intolerable dentro de Honduras inmediatamente después de la guerra. Lo mismo pasó con el apodo de "catrachos" con que se nos conoce a los hondureños en Centroamérica y que se tornó una gran ofensa en territorio salvadoreño.

Desde el punto de vista económico, la mayor consecuencia del conflicto fue la ruptura de la Integración Centroamericana, un programa que ya se mencionaba como ejemplo en su género. Honduras, ciertamente, no sólo suspendió todo intercambio comercial con El Salvador, sino que también cerró sus fronteras para el paso de mercancías de otros países hacia aquél. Esta actitud, justificada plenamente, significó la desintegración el Mercado Común, pues los demás países centroamericanos no pudieron mantener con cuatro miembros una estructura que había sido concebida y organizada con cinco. Por ello, y dados los altos beneficios que para algunos de esos países significaba dicho aparato, casi inmediatamente después de concluida la guerra comenzaron los esfuerzos para tratar de convencer a Honduras de que volviera a darles vigencia a los organismos y a los tratados integracionistas.

El 4 de noviembre de 1969 se reunieron en el aeropuerto El Coco, de San José, el Presidente de Costa Rica y el de Nicaragua. Ambos resolvieron convocar a una reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de Centroamérica, a fin de encontrar "los medios de restablecer el funcionamiento del proceso de integración económica y los organismos del programa". Los Cancilleres efectuaron esa reunión el 9 de noviembre en la capital costarricense. Allí se acordó "realizar consultas con sus respectivos gobiernos…, a fin de lograr la consolidación de la paz, la reestructuración del Mercado Común Centroamericano y restablecer el funcionamiento de los órganos y mecanismos del proceso de integración económica". El 3 de diciembre volvieron a reunirse los Cancilleres centroamericanos, oportunidad en la que acordaron estudiar el establecimiento de un modus operandi para "el actual funcionamiento del Mercado Común", con cuyo fin fue creada una comisión ad hoc.

Durante la tercera reunión de Ministros de Economía de Centroamérica, celebrada del 21 al 25 de julio de 1970, Honduras presentó sus puntos de vista sobre cómo debería ser el "modus operandi" sugerido por la reunión de Cancilleres del 3 de diciembre de 1969. En dicho planteamiento, la delegación hondureña expresó que el referido mecanismo no sólo debería considerar los problemas suscitados a raíz del conflicto Honduras-El Salvador, sino también las dificultades observadas en el funcionamiento del esquema integracionista desde su inauguración en 1960. De esta manera nuestro país proponía, en el fondo, una reestructuración total del Mercado Común Centroamericano, al contrario de lo que planteaban otros países, entre ellos El Salvador, Guatemala y Costa Rica, que limitaban sus demandas únicamente al arreglo de las dificultades surgidas a partir de julio del 69.

La formula hondureña, por lo tanto, encontró el rechazo de "aquellos países que a lo largo de la negociación propugnaron por mantener incólume la libre decisión empresarial y cierto tradicionalismo en la interpretación y aplicación de los Tratados". Por eso fracasó el arreglo sobre el "modus operandi" y a Honduras no le quedó otro recurso que tomar medidas defensivas de tipo unilateral. El 30 de diciembre de 1970, el Congreso emitió el Decreto No.97, por medio del que nuestro país rompía prácticamente con el Mercado Común Centroamericano y adoptaba la política de los "convenios bilaterales de reciprocidad comercial con los países centroamericanos con quienes mantiene relaciones y con otros países del mundo". Naturalmente, el referido decreto produjo una reacción airada en los demás países firmantes -Guatemala, El Salvador, Costa Rica y Nicaragua- deberá adoptar medidas de carácter unilateral ni suscribir convenios bilaterales con la República de Honduras".

Finalmente, debemos decir que el conflicto tuvo consecuencias de carácter político dentro de Honduras. Nuevas fuerzas sociales emergieron con mayor protagonismo y los cambios por democratizar el país dos años más tarde se concretaron en el gobierno de unidad nacional. El conflicto con El Salvador finaliza en octubre de 1980 cuando se firma el Tratado General de Paz y el diferendo fronterizo por la Sentencia de la Corte Internacional de Justicia de la Haya, Holanda, en septiembre de 1992

EL TRATADO DE PAZ.

Con la mediación del jurista peruano José Luis Bustamante i Rivero, se firmó un Tratado General de Paz entre las Repúblicas de El Salvador y Honduras, el 30 de octubre de 1980. De esa manera, después de once años de permanecer en latente estado de guerra, ambos países restablecieron sus relaciones de manera oficial. Por supuesto, para resolver en forma definitiva los problemas que dieron origen al conflicto armado de 1969. Por eso el documento antes dicho prevé una serie de medidas que tienden a canalizar la solución de dichas dificultades. El texto comprende nueve títulos, con los siguientes temas: I) Paz y Tratados, II) Libre Tránsito, III) Relaciones Diplomáticas y Consulares, IV) Cuestiones Limítrofes, V) Mercado Común Centroamericano, VI) Reclamaciones y Diferencias, VII Derechos Humanos y Familia, VIII)Compromiso de Fiel Cumplimiento y IX) Ratificación y vigencia. Sobre cada uno de estos asuntos se formulan respuestas concretas en el Tratado, por lo que el mismo reviste una importancia extraordinaria.

Sobre las cuestiones limítrofes, uno de los puntos más candentes, el Tratado plantea dos soluciones: 1) "delimitar la frontera entre ambas Repúblicas en aquellas secciones en donde no existe controversia", con cuyo fin el mismo documento señala siete secciones a lo largo de toda la línea, dejando entre ellas los puntos conflictivos; y 2) se nombra una Comisión Mixta de Límites para que, en el plazo de cinco años a partir de la firma del Tratado, demarque "la línea fronteriza en las zonas en controversia, una vez concluida la delimitación de dicha línea". Asimismo, es tarea de esta Comisión Mixta de Límites" determinar la situación jurídica insular y de los espacios marítimos", así como la demarcación de la frontera definida. Los miembros integrantes de la misma tienen el rango de diplomáticos y gozan de la correspondiente inmunidad.

En cuanto a la posibilidad de recurrir a la Corte Internacional de Justicia, el Tratado dispone: "si a la expiración del plazo de cinco años establecido en el artículo 19 de este Tratado, no se hubiere llegado a un acuerdo total sobre las diferencias de límites en las zonas en controversia, en la situación jurídica insular o en los espacios marítimos, o no se hubieren producido los acuerdos previstos en los artículos 27 y 28 de este tratado, las partes convienen en que, dentro de los seis meses siguientes, procederán a negociar y suscribir un compromiso por el que se someta conjuntamente la controversia a la decisión de la corte Internacional de Justicia". El documento le da el carácter de inapelable al fallo final de la Corte y señala que seis meses después de emitido el mismo, la Comisión Mixta de Límites deber hacer la demarcación de la línea fronteriza establecida por el fallo internacional. La Corte Internacional de la Haya pronuncia la sentencia en septiembre de 1992.

http://www.historiadehonduras.org/Histo ... e_1969.htm



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Mensaje por Comisionado »

Hola a todos!

Considero que es más apropiado referirse a este conflicto como "La Guerra de las 100 horas" pues eso de "La Guerra del Fútbol" se presta a equívocos, como el de creer que este conflicto se debió al partido de fútbol para las eliminatorias del Mundial de México 70.

El origen de este contencioso obedece a la masiva instalación de campesinos salvadoreños en territorio de Honduras y a la persecución que sufrían estos migrantes a manos de las "manchas bravas" o grupos paramilitares hondureños.

En el punto estríctamente militar, se destaca el planeamiento del gobienro de El Salvador (quien pretendió realizar una ofensiva similar a la israelí en la Guerra de los 6 días de 1967)y la reacción de la aviación hondureña, arma que contraatacó y recuperó la supremacía aérea sobre su similar de El Salvador. No obstante cuando el cese al fuego llegó, las tropas salvadoreñas todavía ocupaban parte del territorio hondureño.

Para los amantes de la aviación, este fue el último conflicto con fuezas aéreas armadas con aviones de motor a pistón y destaca el enfrentamiento entre los distintos modelos de aviones Corsair poseídos por las aviaciones de Honduras y El Salvador.

Corsai de la FAH
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Corsair de la FAS
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Entiendo que el mayor enfrentamiento terrestre fue la batalla de San Rafel de Matarás en julio de 1969, batalla en la que la Guardia Presidencial del Ejército de Honduras frenó el avance de las tropas salvadoreñas, sería interesante contar con más datos al respecto.

Saludos desde Lima.


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Mensaje por Maya »

Fue la ultima confrontación de la historia, donde combatieron aeronaves de piston. De hecho pelearon dos de las mejores aeronaves a piston jamas construidas, por un lado los F4U-5 corsarios de la Fuerza Aerea Hundureña y por el otro, los P-51K mustang de la Fuerza Aerea Salvadoreña.

Al final, incluso se conoceria la hazaña de un piloto Hondureño, el Coronel Fernando Soto Henriquez, quien derribó en un solo dia (1) F-51 Mustang y (2) Corsair F-1G. Él es con 3 victorias aereas, uno de los mayores heroes de su país.

Pero indistintamente del resultado, se peleo de manera muy pareja entre uno y otro bando. la Fuerza Aerea Hondureña contaba con aviones F 4U-5N Corsair, mientra la Fuerza Aerea Salvadoreña contaba con aviones F-51 Mustangs, F-1G y F 4U-4 Corsair.





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Uno de los 4 ejemplares P-51MK Mustang Cavallier de la FAS durante la guerra del futbol.




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FG-1 Corsair, numeral FAS-219 altamente camuflado, que seria derribado el 17 de julio de 1969 por la antiaerea hondureña.




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Este F4U-5 Corsair, numeral 601 de la FAH, estaba asignado originalmente a la caza nocturna, por ello presenta un patron de camuflaje mucho mas oscuro que el de otros Corsarios.




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F4U-5 Corsair, montura del entonces mayor Soto Henriquez, tal como lucia luego del conflicto. De interes esta apreciar las 3 marcas blancas por las victorias aereas y el patron anti-reflejo negro, que varia enfrente de la cabina hasta el capot del motor.




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Finalmente, el aparato original, hoy exhibido en Tegucigalpa, Honduras. Notese el bello equema en azul marino con anti-reflejo negro en el motor y los colores de la bandera hondureña en las puntas de las alas y la deriva. Incuestionablemente es uno de los Corsarios con esquema mas bello que hubo. La imagen es del año en 2002.





Salud.





:D


Corneta Cabrales
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Mensaje por Corneta Cabrales »

Buen tema, me entreteni leyendo.

Eso si faltaria la version salvadoreña del conflicto.

atentos saludos


Jaldo
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Mensaje por Jaldo »

Maya escribió:Pero indistintamente del resultado, se peleo de manera muy pareja entre uno y otro bando. la Fuerza Aerea Hondureña contaba con aviones F 4U-5N Corsair, mientra la Fuerza Aerea Salvadoreña contaba con aviones F-51 Mustangs, F-1G y F 4U-4 Corsair.

Una pequeña correccion:La Fuerza Aerea Salvadoreña no contaba con F4U-4s,solamente FG-1Ds,P-51s y F-51s como aviones de ataque principal.Ambos paises improvisaron C-47s para misiones de bombardeo.
Honduras,de su parte,contaba con F4U-4s,F4U-5s,T-28s y AT-6s.

Saludos


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Mensaje por Comisionado »

Hola a todos!

Encontré esta web en donde aparece el Orden de Batalla (ORBAT) de la Fuerza Aérea de El Salvador en 1969:

http://www.aeroflight.co.uk/waf/america ... orbat4.htm

¿Alguién tiene alguna foto del T-28 Trojan de la Fuerza Aérea de Honduras?, ojalá la puedan colgar en el foro.

Saludos desde Lima.


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Robert Mcnamara.
Jaldo
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Mensaje por Jaldo »

Comisionado escribió:Hola a todos!
...Alguién tiene alguna foto del T-28 Trojan de la Fuerza Aérea de Honduras?, ojalá la puedan colgar en el foro.

Saludos desde Lima.

En esta foto se puede apreciar 3 diferentes esquemas de los T-28s de la FAH:
Imagen

FAH-214 (E.A.M.= Escuela de Aviacion Militar)
Imagen

FAH-212
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Mensaje por Comisionado »

Estimado Jaldo.

Muy agradecido :thumbs: por la oportuna publicación de las fotos de los T-28 Trojan de la FAH.

El T-28 fue uno de los primeros aviones de entranamiento que revelaron la versatilidad de este tipo de naves para el ataque ligero o CO-IN y a esta versatilidad se suma el hecho de que la FAH empleó -con éxito- este tipo de avión en misiones CAP (Combat Air Patrol) sobre Tegucigalpa en la guerra de 1969.

Cabe destacar que el papel de la FAH en este conflicto no se limitó sólo a misiones de combate, sino que esta arma fue decisiva en el contrataque hondureño pues montó con sus C-47 un efectivo puente aéreo que trasladó al frente a los mil efectivos de la Guardia Presidencial; los cuáles frenaron el avance salvadoreño en la batalla de San Rafael de Matarás.

Una duda, entiendo que el rol que cumplieron los T-28 Trojan en la FAH ha sido asumido por los T-27 Tucanos, ¿es verdad?.

Saludos desde Lima


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Robert Mcnamara.
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Mensaje por FAHF5 »

La Guerra de las Cien horas: La historia y el mito 40 años después.‏

Autor(es):
Carlos Pérez Pineda
Texto íntegral:
I. La memoria académica
II. La memoria mediática
III. La memoria militar
IV. Conclusión
1El presente ensayo propone una reflexión, en el marco del cuarenta aniversario del conflicto honduro-salvadoreño de 1969, sobre las diversas maneras en que el recuerdo de dicho acontecimiento ha sido conservado en la temporalidad. Haciendo particular énfasis en la memoria militar, el ensayo aborda también algunos de los problemas que es necesario considerar al integrar la perspectiva de la historia militar al análisis del conflicto.

2Las representaciones del conflicto entre Honduras y El Salvador forman, en diferentes grados de importancia, parte de la memoria colectiva en ambos países. Cuarenta años después del cese de fuego que finalizó el conflicto armado, es preciso hacer una revisión crítica de las versiones del conflicto producidas en ambos países, con el propósito de someterlas a un análisis que permita elaborar nuevas interpretaciones de tan importante episodio despojadas de sesgos nacionalistas.

3TRES VERTIENTES DEL RECUERDO1

4En los últimos cuarenta años, la guerra de 1969 entre Honduras y El Salvador ha sido recordada de diferentes maneras y desde perspectivas distintas. Es posible identificar tres vertientes que han contribuido a mantener el recuerdo del conflicto hasta nuestros días:

51.- Los estudios académicos que, básicamente, han hecho énfasis solamente en los aspectos estructurales del proceso.

62.- Los medios de comunicación, creadores y difusores de la mayoría de los mitos populares vigentes sobre la guerra, orientados a la exaltación del heroísmo desplegado en la defensa de los intereses de la nación.

73.- La Historia Militar escrita por militares, en servicio activo o en condición de retiro, con una narrativa muy formalizada de los acontecimientos militares orientada a la exaltación de las virtudes patrióticas y profesionales de la institución castrense.

I. La memoria académica
8La Guerra de las Cien Horas es un acontecimiento que ha recibido escasa atención en los medios académicos de la región centroamericana. La literatura académica sobre el conflicto no es abundante y en ella los contextos socio-económicos del conflicto han recibido mayor atención que los aspectos socio-políticos. La guerra no ha sido considerada como objeto de investigación académica, como si el impacto de la misma en los contextos sociales y políticos que la originaron careciera de importancia. El enfoque de la obra en idioma español sobre el conflicto más conocida en los medios académicos centroamericanos, La Guerra Inútil, es eminentemente socioeconómico y pretende básicamente poner de relieve los condicionantes estructurales de la crisis que originó la guerra, como si el análisis socioeconómico, por sí solo, bastara para explicar la totalidad de un acontecimiento histórico restándole importancia a su elemento definitorio: la guerra2. En términos generales, la literatura académica del conflicto permite únicamente establecer los antecedentes de la confrontación y reconstruir el desarrollo de la crisis política que derivó en violencia interestatal en julio de 1969. Las interpretaciones académicas del conflicto han inspirado a ciertos actores a esbozar lo que podría ser considerada una contra-memoria de la guerra.

9¿EXISTE UNA CONTRA-MEMORIA DE LA GUERRA3?

10Las memorias nacionales de la guerra honduro-salvadoreña están constituidas por imágenes del pasado que no son el resultado de procesos de memoria caracterizados por la confrontación e impugnación. La memoria oficial de la guerra ha sido débilmente contestada e impugnada por versiones de izquierda, intelectual y estudiantil, que fundamentalmente han encontrado sus argumentos en la memoria académica del conflicto. La contra-memoria inspirada en el marxismo considera como única guerra justa e inevitable a la guerra de los explotados contra sus explotadores y, en consecuencia, concibe a la guerra de 1969 como un acto ilegítimo de violencia causado por una conspiración de las clases dominantes de ambos países para desviar la atención de las masas trabajadoras hacia problemas ajenos a sus intereses de clase. Los principales argumentos de una contra-memoria del conflicto de 1969 serían los siguientes: la guerra fue una contienda inútil entre oligarquías nacionales, los pueblos fueron engañados e instrumentalizados por las elites privilegiadas de ambos países, la guerra demostró la ineptitud y corrupción de los militares de ambos bandos; en el caso hondureño, la participación popular en la defensa de la soberanía salvó a la nación evitando una bochornosa derrota de los militares y, finalmente, el verdadero enemigo de ambos pueblos es el sistema capitalista que los mantiene en la miseria4. Los insurgentes armados salvadoreños y sus intelectuales orgánicos se limitaron, en la década de 1970, solamente a destacar la postura inconsecuente del Partido Comunista Salvadoreño (PCS) durante el conflicto de 1969 como una evidencia contundente de la necesidad de una alternativa revolucionaria armada sin mostrar mayor interés en una reinterpretación del conflicto como base de una contra-memoria, probablemente debido a que la institución militar tampoco había mostrado especial interés en perpetuar el recuerdo de la guerra.

11A pesar de cierto grado de difusión, discontinua en el tiempo y básicamente restringida a los medios académicos de los principales centros urbanos de ambos países, la existencia de un discurso alternativo de la guerra no ha alentado una lucha abierta en el espacio público por la posesión e interpretación de dicha memoria.

II. La memoria mediática
12El surgimiento de una sociedad mediática tiene un importante impacto en la creación y continuidad de las representaciones del pasado. La conmemoración de los acontecimientos de 1969 ha tenido un espacio privilegiado en los principales medios de comunicación, particularmente en los medios de prensa escrita.

13La memoria colectiva mediática, en el sentido de que es mantenida y transmitida por los medios de comunicación de masas, es una memoria coyuntural (conmemoraciones, aniversarios), ritualística, asociada a una narrativa que desprecia el rigor en el manejo de las fuentes, que exalta a la institución militar (defensora de los derechos humanos de sus connacionales víctimas de genocidio en territorio extranjero o defensora de la soberanía e integridad territorial vulneradas por el enemigo invasor) y al pueblo depositario de todas las virtudes morales. El desprecio a la fuente es un rasgo recurrente muy problemático de la construcción mediática de la memoria. Pareciera que el propósito principal de la memoria mediática no es informar ni buscar “la verdad” en los vestigios documentales del pasado (en una memoria colectiva potencial), sino “compartir” un recuerdo corregido y ajustado en el presente haciendo, en la mayoría de las veces, caso omiso de la prueba documental. En la memoria mediática predomina un elemento discursivo muy básico que simplifica la lectura de los orígenes y el desarrollo del conflicto para un consumidor que no se caracteriza por altos niveles de escolaridad.

14Los procesos de recepción de la memoria colectiva pueden desarrollarse de maneras muy complejas e inesperadas. Las representaciones del pasado creadas por los medios de comunicación, en especial por la prensa escrita pueden ser ignoradas, provistas con nuevos contenidos o entendidas en un sentido diferente al deseado. Asumir que los individuos y los grupos sociales integran una comunidad interpretativa que percibirá de manera similar las representaciones del pasado histórico producidas por los medios de comunicación y asumirá pasivamente una determinada identidad histórica es un presupuesto muy dudoso. La posibilidad de que textos, imágenes, monumentos, etc., construidos para generar identidades colectivas arraigadas en el pasado histórico de la nación, puedan ser consumidos por grupos demasiado pequeños y políticamente insignificantes o que tales representaciones puedan ser ignoradas u olvidadas rápidamente sin haber logrado configurar en grupos significativamente grandes de individuos los elementos de una memoria colectiva, es una posibilidad real que puede ser constatada haciendo referencia a casos importantes de memoria colectiva fallida como por ejemplo la memoria de la guerra de Corea en los Estados Unidos de América5. La memoria colectiva de la guerra de 1969, “la Guerra de Legítima Defensa” tal y como es denominada en el seno de la Fuerza Armada salvadoreña (FAES), también puede ser considerada actualmente como una construcción fallida, confinada institucionalmente dentro de las murallas de los cuarteles de la Fuerza Armada salvadoreña, debido fundamentalmente a que carece de valor de uso político en el presente6. La intensidad del recuerdo del conflicto con Honduras experimentó una tendencia decreciente a medida que las consecuencias de la ruptura definitiva de la unidad nacional se fueron manifestando en el tiempo hasta prácticamente desaparecer en el torbellino de la crisis política gestada en la década de 1970 con el fracaso del reformismo militar, la pérdida de legitimidad del autoritarismo castrense y el desarrollo de las insurgencias izquierdistas. La memoria del sangriento conflicto interno de las décadas de 1970 y 1980, todavía divida y antagónica, posee, por el contrario, un valor de tipo político recientemente constatado en la campaña electoral para elegir presidente de la república, diputados a la asamblea legislativa y alcaldes municipales, en la que poderosas fuerzas situadas a los extremos del espectro político nacional, activas en el presente y aparentemente interesadas en que la sociedad salvadoreña continúe en conflicto consigo mismo, han hecho uso de las representaciones de ese pasado para avanzar sus posiciones en la escena política7.

15A diferencia del olvido persistente que es la memoria salvadoreña de la guerra de 1969, la memoria hondureña, sobre todo en su vertiente mediática, es un recuerdo conmemorativo insistente que, inclusive, tiende a la sobresaturación con una colección de lugares comunes. Parece ser que la memoria de la guerra de 1969 ha fortalecido el sentimiento de identidad colectiva en Honduras en relación al vecino salvadoreño.

III. La memoria militar
16Tanto en El Salvador como en Honduras la historia de la guerra de 1969 ha sido objeto de atención por parte de militares, en servicio activo o en situación de retiro, y también por algunos pocos civiles con vínculos estrechos con los militares8. El libro más importante sobre las operaciones militares de la guerra de 1969 publicado en El Salvador es el de José Luis González Sibrián que se ha convertido en la única matriz historiográfica salvadoreña de dicha guerra. La obra de González Sibrián es un tanto difícil de clasificar ya que combina el discurso patriótico propagandístico del momento con una narrativa de los acontecimientos militares, de clara pretensión veritativa, que logra articular una versión histórica del acontecimiento. El relato de la guerra de González Sibrián, está basado en entrevistas a militares salvadoreños realizadas por el autor inmediatamente después de finalizada la guerra. Lamentablemente González Sibrián no consideró necesario publicar las correspondientes referencias de sus fuentes lo cual resta valor a su obra desde el punto de vista del rigor historiográfico. Hasta el momento, solamente ha sido posible localizar tres memorias publicadas de militares veteranos de la guerra, una de ellas en forma de relatos de corte más literario que histórico9 y la otras dos, demasiado breves, autocensuradas y carentes de información más relevante10.

17En El Salvador no existe, hasta donde se conoce, una historia oficial de la guerra contra Honduras de 1969 y la producción de narraciones sobre el tema no ha sido demasiado extensa en el seno de la institución militar. El Estado Mayor Conjunto de la Fuerza Armada (EMCFA) ordenó, 32 años después de la guerra, una monografía sobre el conflicto “con el afán de hacer un reconocimiento histórico” y seleccionó a tres oficiales militares para su elaboración11. Algunos artículos sobre el tema han sido publicados en la Revista Docente del Comando de Doctrina y Educación Militar (CODEM12). El historiador militar Douglas Alcides Cornejo dedica una parte de su obra sobre la historia de la aviación militar salvadoreña a las operaciones aéreas de la guerra13. La mayoría de las obras de historia militar del conflicto publicadas contienen información importante sobre las operaciones militares desde la perspectiva salvadoreña aunque no está ausente la tendencia a ajustar la información a favor propio, como por ejemplo la insistencia en reclamar victorias aéreas sobre la Fuerza Aérea de Honduras (FAH) que en realidad nunca ocurrieron.

18La obra más importante de historia militar sobre el conflicto de 1969 ha sido publicada en Honduras hace tres años. El libro del coronel César Elvir Sierra14, militar que se integró al trabajo del estado mayor de las fuerzas armadas de Honduras después del ataque salvadoreño el 14 de julio, es una interesante obra general sobre el conflicto sustentada en información, primaria y secundaria, recolectada en Honduras, El Salvador y los Estados Unidos. Anteriormente había sido publicada una obra que trata sobre las operaciones aéreas de la Fuerza Aérea de Honduras (FAH) durante la guerra, y algunas memorias de veteranos continúan apareciendo publicadas de vez en cuando15.

19Las controversias relacionadas directamente con la guerra son numerosas y representan un serio desafío a los historiadores interesados en el tema. La más grande controversia acerca de la guerra de 1969 es la de los objetivos del ataque salvadoreño. El coronel César Elvir Sierra sostiene que El Salvador tenía viejas pretensiones territoriales sobre Honduras y que sus fuerzas armadas elaboraron un plan militar para convertir en realidad tales pretensiones a través de una campaña bélica relámpago que tenía como objetivo provocar el colapso total del Estado hondureño mediante la ocupación de su ciudad capital, de su principal centro económico y de su principal puerto en el mar Caribe16. El coronel salvadoreño Luis Lovo Castelar afirma, por el contrario, que la acción salvadoreña fue únicamente una operación militar de castigo con objetivos limitados debido a los atropellos cometidos contra los residentes salvadoreños en Honduras y considera erradas las versiones que interpretan a la guerra de 1969 como una campaña de conquista territorial17. El historiador guatemalteco especialista en temas de aviación en Centroamérica, Mario E. Overall, subraya que El Salvador simplemente carecía de las capacidades necesarias para emprender una campaña militar de conquista de Honduras en 196918.

20Otro aspecto controvertido es el de la dirección del esfuerzo principal del atacante. El coronel Elvir Sierra ubica el esfuerzo principal de la campaña salvadoreña en el oriente, en el llamado Teatro de Operaciones Oriental por los salvadoreños y Sur- Oriental por los hondureños, a pesar de que no queda claro como ha arribado a semejante conclusión ya que los militares salvadoreños reconocen que el esfuerzo principal fue en el Teatro de Operaciones Norte (TON) mientras que las operaciones en el oriente eran solamente una maniobra para distraer a la fuerza principal del enemigo. El general Fidel Torres, ministro de defensa salvadoreño durante el conflicto afirmó en una entrevista, concedida a la prensa antes de su fallecimiento, que el ataque en el oriente, en el TOO, era una maniobra diversionaria, “ellos nos esperaban por el oriente de nuestro país”, pero el ataque principal era en el TON19. El presidente salvadoreño Sánchez Hernández ha sido criticado precisamente por haber concentrado el esfuerzo principal sobre el TON20. Los autores de la monografía del EMCFA sobre el conflicto destacan también que el ataque en el TOO fue realizado
“(…) con el objeto de distraer a las fuerzas hondureñas y hacerles creer que el ataque principal sería por esa zona, y aliviar la presión que podría tener el Teatro de Operaciones Norte, que pretendía conquistar Nueva Ocotepeque”[21].

21La contraofensiva hondureña del día 16 de julio también es objeto de controversias. El coronel Elvir Sierra destaca a la contraofensiva hondureña del 16 de julio de 1969 como “la acción táctica más importante de la guerra librada hasta entonces22” afirmando además que la contraofensiva no era esperada por los “sorprendidos” salvadoreños “ni siquiera remotamente23”. De acuerdo con Elvir Sierra, ante la violencia del contraataque, los salvadoreños “se replegaban desordenadamente hacia su punto de partida en territorio salvadoreño” mientras las tropas hondureñas, por el contrario, avanzaban “plenos de coraje” al asalto de las posiciones ocupadas por el enemigo obligándolo a replegarse24. Los explosivos y los proyectiles de los cañones lanzados por los Corsarios del Comando Militar de Toncontín de la Fuerza Aérea Hondureña (FAH) hacían salir de las colinas El Ujuste y Las Chiches a los “asustados y atemorizados soldados salvadoreños25”.

22Los autores de la monografía del Estado Mayor Conjunto de la FAES sobre el conflicto, aseguran por el contrario que los salvadoreños habían detenido su avance y tomado posiciones defensivas ante la posibilidad de un contraataque enemigo,

23“a las 16:00 horas del mismo día (15 de julio) los batallones recibieron la orden de establecer, aproximadamente unos seis kilómetros del límite fronterizo, una defensa en las alturas que dominaban ambos lados de la carretera cerca de La Arada, a inmediaciones de Langue, en territorio hondureño. Se estimaba que era muy probable un contraataque hondureño a fin de intentar recuperar el espacio conquistado26”.

24González Sibrián afirma que:

25“A las 18:00 horas del día 15 de julio, se reunieron los Comandantes de Batallón con el Estado Mayor del TOO a fin de hacer un análisis de la situación. Y la conclusión a la que se llegó en dicha reunión fue que al día siguiente 16, con toda seguridad habría un fuerte contraataque de la contraofensiva hondureña27” (sic).

26Cuando el ataque hondureño se inició en la madrugada del día 16, las tropas salvadoreñas estaban preparadas en sus posiciones defensivas según González Sibrián, quién afirma además que

27“Según los informes del Comandante del Teatro, podemos asegurar que el adversario estuvo muy lejos de hacer retroceder a nuestra tropa de sus posiciones defensivas, en virtud de que ni pudieron acercarse a las trincheras salvadoreñas28”.

28De acuerdo con González Sibrián:

29“A las 17.00 horas, los hondureños se convencieron de que todos los esfuerzos serían en vano, por lo que a la hora mencionada, silenciaron por completo sus baterías y los fuegos de fusilería. (…) según me cuenta el mismo Comandante del Teatro, las bajas salvadoreñas fueron insignificantes, si tomamos en cuenta la intensidad del fuego y la duración del mismo. Indiscutiblemente, esto se debió a las excelentes posiciones estratégicas escogidas.
En cambio el adversario tuvo tal cantidad de bajas, que se hizo necesario enterrar a los muertos en fosas comunes, y cuando éstas tampoco daban abasto, se hizo indispensable incinerarlos, para evitar alguna epidemia, ya que los cadáveres con el sol calcinante del trópico y expuestos a la voracidad de toda clase de insectos, se descomponen con mayor rapidez29 ”.

30Es sumamente difícil determinar que fue lo que sucedió ese día en el sur-oriente de Honduras sin contar con testimonios de protagonistas y con una documentación apropiada como, por ejemplo, los diarios de guerra de las unidades de ambos bandos involucradas en las operaciones. Lamentablemente ese tipo de documentación está, hasta el día de hoy, fuera del alcance del historiador civil y, por lo consiguiente, hay que tratar de interpretar las operaciones militares en base a lo que ha sido hecho público en entrevistas, memorias, monografías, etc. Aparentemente, la pasividad del alto mando salvadoreño concedió a los militares hondureños la posibilidad de organizar y ejecutar una contraofensiva el día 16 de julio en el oriente para cubrir la arriesgada operación de trasladar, a través de un puente aéreo, parte de la Guardia de Honor Presidencial a su amenazado frente occidental. El contraataque hondureño en el frente oriental obligó, probablemente a un costo muy considerable en bajas propias, a las tropas salvadoreñas a renunciar a uno de sus principales objetivos en ese teatro de operaciones, la ciudad de Nacaome30. Las versiones hondureñas hacen referencia al contraataque del 16 de julio en términos exageradamente triunfalistas a pesar de que sus resultados parecen haber sido bastante magros considerando que no alteró sustancialmente la línea de conquistas territoriales de los salvadoreños en dicho teatro31.

31Los ejemplos anteriores ilustran la extrema dificultad que significa establecer “la verdad” en los relatos de las memorias nacionales de la guerra de 1969. En realidad, no existe ninguna memoria nacional que no distorsione el recuerdo del pasado histórico a su favor. La historia de las operaciones de los grandes conflictos mundiales son todavía, en muchos casos, historias disputadas32. Las memorias hondureña y salvadoreña de la guerra son discursos nacionalistas que no se cruzan porque no están en diálogo, no son memorias que se interpelan mutuamente, tal y como quedó demostrado con el extraño silencio de los historiadores salvadoreños, militares y civiles, ante lo que probablemente es el acontecimiento bibliográfico más importante de la memoria hondureña de la guerra, la publicación de la obra del coronel César Elvir Sierra en el año 2006. Habrá que esperar para ver si el libro del coronel Elvir Sierra, que a juicio de este autor es un texto ineludible e imprescindible como fuente histórica, se convierte en matriz memorial de la guerra en su propio país, en el sentido que, en lo sucesivo, condicionará las formas de narrar esa historia en Honduras. La importante obra del coronel Elvir Sierra es un serio y ambicioso esfuerzo de interpretación de los acontecimientos de 1969 que, lamentablemente, no se aparta lo suficiente de la tradición de la “historia de bronce” característica de la historia militar patriótica y se limita a ofrecer una interpretación de la guerra que, básicamente, es un producto más elaborado y mejor documentado de la versión nacionalista hondureña de la guerra.

32En general, los trabajos de historia militar son relatos muy formalizados escritos de acuerdo a un patrón preestablecido en el que se hace referencia a la organización y características de las fuerzas contendientes, las acciones militares que, invariablemente, son ejecutadas con precisión por un número específico de unidades militares de acuerdo a órdenes precisas que las conducen al cumplimiento cabal de sus misiones, etc. El azar, las contingencias derivadas de las incertidumbres de la guerra, como por ejemplo, una interpretación incorrecta de la información disponible sobre el dispositivo del adversario, cálculos errados de los fuegos de la artillería, desobediencia de los mandos, actos individuales de cobardía, etc., están ausentes de este tipo de historia militar despojada de la caótica vitalidad de lo que constituye la más extrema de las actividades humanas.

33Algunos textos de historia militar del conflicto de 1969 están ilustrados con mapas en donde las líneas de los frentes están bien definidas. En realidad las líneas de los frentes no siempre estaban tan bien definidas como tales mapas sugieren. Las unidades militares estaban a menudo dislocadas en sectores de los frentes pero en pocos sectores formaban líneas ininterrumpidas. Las líneas de esos frentes deben ser consideradas como aproximadas ya que la mayoría de las veces las unidades solamente ocupaban ciertos puntos, pueblos, colinas, quebradas, desde donde mantenían vigilancia sobre el terreno entre dichos puntos. La historia militar formalizada necesita integrar al relato los testimonios personales de los protagonistas contenidos en diarios de guerra, memorias, entrevistas, etc., para ofrecer una interpretación más humana y veraz del conflicto. Otro de los problemas de la historia militar formalizada, y también de las representaciones mediáticas de la guerra, es el de la tendencia a explicar la guerra de 1969 básicamente por una causa única: una conspiración para desmembrar territorialmente al adversario, un caso de Genocidio, etc. La causa única, proclamada hasta la saciedad pero no debidamente investigada, o lo que el gran historiador francés Marc Bloch denominó “la superstición de la causa única” o “el monismo de la causa”, es un verdadero lastre para la explicación histórica que, por el contrario, reconoce la multiplicidad de causas y condicionamientos de los procesos históricos. Las guerras no son solamente enfrentamientos entre fuerzas militares sino conflictos entre sociedades y la guerra de 1969 demanda investigación que privilegie el contexto socio-político, el análisis en profundidad y la comparación, ya que

34“Las raíces de la victoria y la derrota deben ser buscadas a menudo lejos del campo de batalla, en los factores políticos, sociales y económicos que explican porqué los ejércitos están constituidos de determinada manera y no de otra y por qué sus líderes los conducen de la manera en que lo hacen33”.

35La calidad de las fuentes y su disponibilidad limitan el acceso al pasado. Las instituciones militares controlan celosamente las principales fuentes documentales primarias de la historia militar nacional en general y de la guerra de 1969 en particular y limitan en grados diversos el acceso a las mismas por parte de investigadores ajenos al ambiente castrense, especialmente investigadores académicos nacionales. Parece ser que ha existido demasiada predilección por una secretividad fundamentada en la desconfianza que inspira someter la memoria castrense de la guerra al examen de estudiosos civiles interesados en el acontecimiento. El ministro de defensa salvadoreño durante la guerra, el general retirado Fidel Torres, manifestó a un periodista costarricense, interesado en conocer la opinión del general acerca de la inexistencia de una historia oficial salvadoreña de la guerra, que él había “dado a conocer las operaciones en conversaciones en el ámbito castrense, en todos los cuarteles del país”, y que no consideraba “conveniente hacer el análisis fuera del ámbito castrense”. El general reconoció la existencia de secretos en operaciones militares de la guerra que “tal vez se hagan públicas alguna vez34 ”. No es posible escribir una historia más o menos definitiva de la guerra de julio de 1969 sin acceso a los archivos militares salvadoreños y hondureños, lo cual es, por el momento, sumamente difícil sino imposible para el historiador civil. Impedir el acceso a las fuentes militares de la guerra honduro-salvadoreña 40 años después del conflicto no tiene actualmente ninguna justificación válida.
Un aspecto que dificulta el cambio de la memoria castrense de la guerra radica en la forma en que dicha memoria está construida, en su pronunciada formalización que deja fuera de la misma a todo aquello que empañe el desempeño de los miembros de la institución militar35. Parece ser que más que establecer la verdad sobre tal o cual operación militar, a este tipo de historia formalizada le interesa el ejemplo moral de un pasado al que se hace referencia como fuente de tradiciones heroicas que deben inspirar a los miembros de la institución militar al comportamiento correcto en el presente y el futuro. Es la exaltación de la gesta heroica y el sacrifico del pasado que con su ejemplo une ese pasado con el presente y el porvenir de la institución militar. El entonces Jefe del Estado Mayor Conjunto de la Fuerza Armada de El Salvador, general Álvaro Antonio Calderón Hurtado, autor del prólogo de la monografía de ese organismo sobre la guerra de 1969, documento calificado por el general como de “consulta y referencia doctrinaria”, subrayó que la experiencia de 1969 “(…) más que histórica tiene un valor didáctico para las nuevas generaciones de conductores a todo nivel36 ”.

36El destacado historiador militar británico Sir Michael Howard abordó hace muchos años la problemática del escepticismo y la desconfianza que rodea a los estudios militares en las esferas académicas en donde la historia militar es considerada como una manufactura del espíritu militarista cuyo principal valor de uso es la creación de mitos y la propaganda37. El mito, sin embargo, tiene un propósito práctico para el militar profesional y ha probado su sentido y su razón en las condiciones extremas de numerosas guerras como inspiración y sustento moral de los combatientes. Howard, que cuenta con un background militar y es veterano condecorado de la Segunda Guerra Mundial38, no considera al mito como producto de un uso abusivo de la historia militar sino como algo básicamente diferente a los productos de la historia académica que, por lo consiguiente, debe ser juzgado a partir de otros estándares. Aunque reconoce el peligro moral intrínseco de cualquier alteración intencional de la verdad, Howard subraya que, usualmente, dicha práctica no ha tenido propósitos deshonestos y que muchos trabajos excelentes, han sido producidos por talentosos representantes de ese tipo de historia militar39. La historia analiza y registra aspectos muy complejos de la realidad pasada incluyendo el mito, penetrándolo profundamente y desvelando probablemente lo que no debía ser desvelado. La labor investigativa del historiador interesado en temas militares puede tocar, fibras muy sensibles, nacionalistas y de lealtad institucional, al cuestionar los mitos más persistentes contenidos en la memoria castrense y mediática del conflicto, revelando a veces hechos que nos dicen algo de nuestras propias sociedades e instituciones que no siempre pueden ser del agrado de las personas y los grupos más comprometidos con la memoria oficial del acontecimiento.

37“Si esas investigaciones revelan que nuestras fuerzas en realidad no demostraron más coraje que las del enemigo ni mayor eficiencia que las de nuestros aliados, que los casos de conducción aparentemente brillante de las operaciones se debieron en realidad a suerte excepcional o que las reputaciones de los comandantes militares que participaron en la guerra a veces han sido groseramente infladas, es algo que debe formar parte de las expectativas en torno a tales investigaciones no obstante lo desagradable y extremadamente doloroso que necesariamente es todo proceso de desilusión. Para muchos de nosotros, el ´mito´ha devenido en parte tan indispensable de nuestro mundo que es angustioso sentirnos privados del mismo40 ”.

38Howard observa que el dolor de la desilusión es una necesidad del proceso de maduración de la sociedad democrática y expresa que los gobiernos deberían permitir que las historias oficiales de las guerras de la nación se conviertan en “historia propiamente dicha” y dejen de ser únicamente contribuciones a los mitos nacionales. La labor del historiador dedicado a la investigación del pasado militar producirá inevitablemente interpretaciones que no siempre serán compatibles con la mitología nacionalista pero eso no debe ser motivo de desconfianza en torno a una investigación que, a fin de cuentas, también beneficiará profesionalmente a las instituciones castrenses.

IV. Conclusión
39La historia militar es un saber en la infancia del conocimiento en Centroamérica que debe ser ensanchado y profundizado mediante la investigación y el diálogo entre académicos, militares y cronistas mediáticos interesados en los pasados conflictos militares de la región.
En el caso específico de la guerra de 1969 entre El Salvador y Honduras debe establecerse una colaboración basada en el diálogo de las tres vertientes involucradas en la conservación de la memoria del conflicto sin pretender el sumergimiento de la una en la otra sino reconociendo y respetando la legitimidad de sus respectivas autonomías derivadas de propósitos diferentes que no pueden ser juzgados bajo los mismos parámetros. La memoria mediática comparte con la historia, “ciencia del tiempo y del cambio41”, la preocupación de anclar al presente en el pasado histórico y tal preocupación es, indudablemente, un buen punto de partida de un diálogo y una colaboración mutuamente provechosa. La memoria mediática del conflicto de 1969 señala no pocas veces pistas interesantes que deberían ser exploradas por una investigación histórica animada por nuevas preguntas y nuevos enfoques. Los medios de comunicación pueden ofrecer asimismo espacios para la publicación de artículos de contenido histórico escritos con rigor académico pero elaborados para un público amplio, una especie de historia popular. El periódico digital salvadoreño El Faro, con su sección “El Faro Académico”, coordinada por el prestigioso historiador Héctor Lindo Fuentes, es una muestra exitosa de colaboración entre las vertientes mediática y académica de la memoria colectiva histórica. Por otra parte, es sumamente difícil escribir buena historia militar desde la academia sin una colaboración con historiadores militares vinculados a las instituciones castrenses. El historiador académico que incursiona en una tradición que no es la suya tendrá, probablemente, dificultades en discernir la importancia de aspectos clave del arte militar y el impacto del uso de determinada técnica militar en tal o cual operación, por ejemplo, y necesitará de la colaboración del profesional de las armas interesado en la historia del pasado militar. El historiador de profesión militar vinculado a su institución debería esforzarse en desvelar lo que verdaderamente sucedió en la guerra de 1969 basado en la evidencia, la comparación y el análisis sin permitir que motivaciones de tipo patriótico-institucional introduzcan un grave sesgo en sus estudios.

40El diálogo, la colaboración y el intercambio entre las tres vertientes de la memoria colectiva del conflicto dentro de los dos países, y entre ambos países, es sin embargo, la única posibilidad de hacer historia militar cruzada orientada a la explicación de la guerra de 1969, importante punto de ruptura del desarrollo histórico de la región, sin ignorar los contextos sociales que la originaron. Es necesario trascender, mediante la investigación con rigor académico, las dos versiones nacionalistas, pues la Guerra de las Cien Horas no podrá ser entendida cabalmente sin una visión balanceada que integre críticamente a las dos memorias nacionales.

41Notas de pie de página

421 El término “vertientes del recuerdo” ha sido adoptado del trabajo del historiador costarricense Víctor Hugo Acuña sobre las memorias nacionales de la guerra contra los filibusteros americanos en Nicaragua. Víctor Hugo Acuña Ortega, _Vertientes del recuerdo. Historia y memoria de la guerra contra los filibusteros: Estados Unidos, Nicaragua y Costa Rica (siglos XIX-XXI) _, (San José: fotocopia, s.f).

432 Daniel Slutsky, & Marco Virgilio Carías, _ La Guerra Inútil. Análisis socioeconómico del conflicto entre Honduras y El Salvador_ (Costa Rica: Editorial Universitaria Centroamericana, 1971).

443 “La noción de ´contra-memoria´ hace referencia a memorias que difieren, y a menudo desafían, a los discursos dominantes”. Olick & Robbins, “Social Memory Studies”, pág. 216. La traducción del inglés es mía.

454 “La Guerra, pura demagogia”, Opinión Estudiantil No. 3, 1971. La contra-memoria de la guerra de 1969 ha tenido eco en círculos literarios de izquierda en América Latina como lo prueba la siguiente reflexión del escritor uruguayo Eduardo Galeano en su obra Memoria del Fuego que intenta poner de relieve la futilidad de la guerra.

46La llamada «guerra del fútbol»
Tiene por enemigos a dos pedazos de América Central, jirones de la que fue, hace un siglo y medio, patria única.
Honduras, pequeño país agrario, está dominado por los latifundistas.
El Salvador, pequeño país agrario, está dominado por los latifundistas.
El pueblo campesino de Honduras no tiene tierra ni trabajo.
El pueblo campesino de El Salvador no tiene tierra ni trabajo.
En Honduras hay una dictadura militar nacida de un golpe de Estado.
En El Salvador hay una dictadura militar nacida de un golpe de Estado.
El general que gobierna Honduras ha sido formado en la Escuela de las Américas, en Panamá.
El general que gobierna El Salvador ha sido formado en la Escuela de las Américas, en Panamá.
De los Estados Unidos provienen las armas y los asesores del dictador de Honduras.
De los Estados Unidos provienen las armas y los asesores del dictador de El Salvador.
El dictador de Honduras acusa al dictador de El Salvador de ser un comunista a sueldo de Fidel Castro.
El dictador de El Salvador acusa al dictador de Honduras de ser un comunista a sueldo de Fidel Castro.
La guerra dura una semana. Mientras dura la guerra, el pueblo de Honduras cree que su enemigo es el pueblo de El Salvador y el pueblo de El Salvador cree que su enemigo es el pueblo de Honduras. Ambos pueblos dejan cuatro mil muertos en los campos de batalla.

47Lamentablemente tales sobre-simplificaciones han reforzado la tendencia desafortunada a considerar el conflicto honduro-salvadoreño como un acontecimiento irrelevante, un teatro del absurdo que no merece la atención de la academia.

485 Wulf Kansteiner, “Finding meaning in memory: a methodological critique of collective memory studies”, en History and Theory 41 (2002), págs.192-193.

496 En los últimos años, la guerra contra Honduras ha sido objeto de conmemoración al interior de los cuarteles de la FAES, por ejemplo, el 17 de julio de 2001 nueve veteranos de la Guerra de las Cien Horas fueron invitados a una ceremonia, en la que recibieron un diploma como “expresión oficial de reconocimiento”, dentro de la sede del Destacamento Militar No.6 en la ciudad de Sonsonate, en donde “se erigió un monumento a los héroes de la Guerra de las Cien Horas”. El Diario de Hoy, “Sonsonate: veteranos de guerra fueron estimulados”, (17 de julio de 2001).

507 Los salvadoreños están probablemente muy lejos de una memoria compartida de la guerra interna de 1980-1992, esfuerzo que tendrá que transitar inevitablemente por una redefinición del “nosotros”.

518 Como el salvadoreño José Luis González Sibrián, autor de Las Cien Horas: La Guerra de Legítima Defensa de la República de El Salvador, (San Salvador: Tipografía Offset Central, 1972), y el hondureño Orlando Henríquez, autor de En el cielo escribieron la historia, (Tegucigalpa: Tipografía Nacional, 1972).

529 Luis Lovo Castelar, La Guardia Nacional en campaña: Relatos y crónicas de Honduras, (San Salvador: Editorial Lea, 1971).

5310 Rafael Alberto Paniagua Araujo, _ El Batallón Maldito. Memorias del mayor de infantería Rafael Alberto Paniagua Araujo. (Oficial S-1 y S-4 de la Plana Mayor del V Batallón de Infantería en la Guerra de las 100 Horas)_, (Santa Ana, 1973). Víctor Manuel Méndez y Reyes, (teniente). La Guerra que yo viví. Conflicto El Salvador-Honduras 1969, (San Salvador, 1972).

5411 Estado Mayor Conjunto de la Fuerza Armada (EMCFA), Un conflicto en el corazón de América: La Guerra de la Dignidad Nacional. El Salvador-Honduras, 14-18 de julio de 1969, (San Salvador, 2001). Esta monografía calificada de “completa, doctrinaria y responsable” por el autor del prólogo, el General de División Álvaro Antonio Calderón Hurtado, entonces jefe del EMCFA, fue elaborada por tres oficiales militares seleccionados por dicho organismo, el coronel retirado Eliseo López Abarca, veterano de la guerra del 69, el teniente coronel Jorge Alberto Molina Contreras (Ministro de Defensa del gobierno de Antonio Saca) y el mayor Rommel Alberto Aguilar Nóchez.

5512 Leonel Flores Corcio, (Myr. y Lic.), “Reflexiones en torno a la Guerra de Legítima Defensa”, en Revista Docente XXI, (2005), págs. 64-69; Francisco Javier Flores Hernández, (Myr. Cab. DEM), “La guerra de los seis días y la guerra de las cien horas. Similitudes en su planificación y ejecución”, en Revista Docente XIII, (2001). .
fn13. Douglas Alcides Cornejo Escobar, Historia de la Fuerza Aérea Salvadoreña, (San Salvador: Concultura, 2002).

5614 César Elvir Sierra, El Salvador, Estados Unidos y Honduras. La gran conspiración del gobierno salvadoreño para la guerra de 1969. La historia militar y diplomática de la guerra de las 100 horas de 1969, (Tegucigalpa: Litografía López, 2006).

5715 Miguel Paz Reyes, Operaciones aéreas 1969, (Tegucigalpa: Departamento de Historia y Relaciones Culturales de la Comandancia General de la Fuerza Aérea Hondureña, 1984); Wilfredo Sánchez V.J, Ticante: Diario de la guerra honduro-salvadoreña, (Tegucigalpa: Graficentro Editores, 1988); Francisco Zepeda Andino, “Diario de Guerra Julio de 1969”, en _Revista Política de Honduras 12 (1999); Eloy Concepción Cruz Quiñonez, Memorias de un combatiente en el conflicto Honduras-El Salvador, (Concepción de María, Choluteca, 2009); Walter López Reyes, (general). Surcando los cielos tras la democracia en Honduras, (Tegucigalpa: Instituto Hondureño de Antropología e Historia, 2009).

5816 Elvir Sierra, El Salvador, Estados Unidos y Honduras, págs. 66-67. El historiador Thomas P. Anderson hace referencia al escritor hondureño Juan Ramón Ardón que también destaca en su libro Días de Infamia, (Tegucigalpa: imprenta Calderón, 1970), la supuesta pretensión salvadoreña de expandir su territorio a costa de Honduras. Puntos de vista similares aparecen en la obra clásica del conflicto en idioma español La Guerra Inúti.

5917 Lovo Castelar, La Guardia Nacional en campaña, (San Salvador: Editorial Lea, 1971), págs. 13-14.

6018 Mario E. Overall, “The 100 Hour War”, http://www.laahs.com/artman/publish/article_19.shtml , consultado el 27 de marzo de 2010.

6119 “El general Fidel Torres, un protagonista de la historia”, 30 de abril 2007, http://www.Centroamerica21.com

6220 “El ejército estaba al lado del pueblo y ambos presionaron a Sánchez Hernández, que hacía los mayores esfuerzos para resistir dichas presiones, creyendo que tenía capacidad para evitar el conflicto armado. Las presiones lo arrollaron y tuvo que ir a la guerra, no para ganarla sino que obedeciendo aquellas explosiones de amor propio, se lanzó el 14 de julio de 1969, sin plan ni objetivos definidos, hacia la zona montañosa del norte para conquistar una pequeña ciudad hondureña sin mayor trascendencia para el desarrollo del conflicto bélico, en tanto ordenaba la defensa en el oriente de la República, atrás del Río Goascorán, precisamente frente a la masa de las fuerzas adversarias, a las cuales debería haber atacado para lograr la decisión favorable contra ellas”. Mariano Castro Morán, (Tnte. Cnel.), Función política del ejército salvadoreño en el presente siglo (San Salvador: UCA Editores, 1989), págs. 231-232.

6321 Estado Mayor Conjunto de la Fuerza Armada (EMCFA), Un conflicto en el corazón de América: La Guerra de la Dignidad Nacional. El Salvador-Honduras, 14-18 de julio de 1969, pág. 26.

6422 Elvir Sierra, _ El Salvador, Estados Unidos y Honduras_, pág. 242.

6523 Elvir Sierra, El Salvador, Estados Unidos y Honduras, pág. 231.

6624 Elvir Sierra, _ El Salvador, Estados Unidos y Honduras_, pág. 240.

6725 Elvir Sierra, El Salvador, Estados Unidos y Honduras, pág. 239.

6826 Estado Mayor Conjunto de la Fuerza Armada (EMCFA), Un conflicto en el corazón de América, pág. 31.

6927 González Sibrián, Las Cien Horas, pág. 210.

7028 Gonzáles Sibrián, Las Cien Horas, págs. 210 y 212.

7129 Gonzáles Sibrián, -Las Cien Horas_, pág.212.

7230 Overall, The 100 Hour War, pág 17.

7331 Los medios de prensa hondureños destacaron con grandes rúbricas el supuesto éxito de la contraofensiva hondureña del 16 de julio. El corresponsal especial del diario El Día, Orlando Henríquez, reportó que las tropas salvadoreñas habían sido expulsadas de territorio hondureño “y de nuevo están en las posiciones allende la frontera, tras la Aduana del Amatillo, a cubierto, protegidos por las cercanas colinas, pero en territorio salvadoreño”. “Ejército salvadoreño se bate en retirada abandonando pertrechos”, El Día, (17 de julio de 1969). En realidad, los salvadoreños no cedieron el territorio conquistado y los hondureños, después de muchas horas de agotadores combates, suspendieron su ofensiva ante la resistencia enemiga.

7432 Las controversias sobre las operaciones de las dos guerras mundiales todavía están a la orden del día. Por ejemplo, 62 años después del acontecimiento histórico, los historiadores militares suecos Niklas Zetterling y Anders Frankson han demostrado, a través de investigación documental en archivos alemanes, rusos y americanos así como testimonios de sobrevivientes de ambos bandos, que los historiadores soviéticos exageraron el impacto estratégico de la operación de cerco de Korsun-Cherkassy, Ucrania en 1944. La principal fuente militar soviética sobre la batalla es un documento del estado mayor, que pese a no estar destinado al amplio público es notablemente propagandístico, con información errada sobre el enemigo alemán y explicaciones poco convincentes del curso de las operaciones. A pesar de su sesgo propagandístico Zetterling y Frankson utilizaron esa fuente con suma cautela y, afortunadamente, también tuvieron acceso a ciertos archivos rusos además de acceso irrestricto a los archivos militares alemanes. Niklas Zetterling & Anders Frankson. Tjerkassy 44: inringningen pa Ostfronten, (Suecia: Nordstedts Forlag, 2006).

7533 Michael Howard, “The Use and Abuse of Military History”, en Parameters XI: 1, págs. 9-14. La traducción del inglés es mía.

7634 “El general Fidel Torres, un protagonista de la historia”, http://www.Centroamerica21.com

7735 La formalización de la Historia Militar producida en los ámbitos castrenses obedece a principios básicos del arte militar que indudablemente también tienen fundamentos ideológicos.

7836 Estado Mayor Conjunto de la Fuerza Armada (EMCFA), Un conflicto en el corazón de América, Prólogo.

7937 Howard utiliza la expresión “myth making” (creación de mitos), en el sentido de la creación de una imagen del pasado, mediante un meticuloso proceso de selección e interpretación, con el fin de producir o sustentar ciertas emociones o creencias. Michael Howard, “The Use and Abuse of Military History”, en Parameters XI: 1, págs. 9-14.

8038 Michael Howard (historian), Wikipedia, the free encyclopedia
http://en.wikipedia.org/wiki/Michael_Ho ... storian%29

8139 Howard, “The Use and Abuse”, pág. 9.

8240 Howard, “The Use and Abuse”, pág. 10. La traducción del inglés es mía.

8341 Marc Bloch, Apología para la historia, (México: FCE, 1952) pág. 21.


Mr Stryker
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Mensaje por Mr Stryker »

Más adelante posteare un articulo, sobre la versión de El Salvador.
Guerra de la Legítima Defensa así la llamamos aquí-.


When I open my eyes
I see soldiers in the fields
Dead bodies on the ground
There are children inbetween
Explosions shock the land
And the evil shows its face
The one called Hister rises
This is the fall of grace...
Mr Stryker
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Mensaje por Mr Stryker »

Análisis de la situación militar de la FAS:


La situación militar de la FAS antes de la guerra era muy frágil, ya que contaba con un personal de vuelo de aproximadamente unos veinticinco pilotos, la mayor parte de ellos entrenados en las diferentes escuelas de aviación de los Estados Unidos y otros en el país. El Comandante en ese entonces era el Mayor Piloto Aviador Salvador Henríquez, su Ejecutivo, el Mayor Piloto Aviador Angel Napoleón Orantes Dheming.

La organización de la FAS estaba compuesta por un Grupo de Combate, que estaba formado por: un Escuadrón Caza y Bombardeo, integrado por dos escuadrilla 1 y 2 (con F-51 y FG-1D, respectivamente); un Escuadrón de Transporte que incluía a las escuadrillas 3 y 4; y finalmente por un Escuadrón de Reconocimiento, formado por las escuadrillas 5 y 6. Otras unidades orgánicas eran la Compañía de Paracaidistas, el Grupo MART (Mantenimiento, Radiocomunicaciones y Transporte), el Escuadrón de Seguridad de la Base y un Escuadrón de Apoyo y Servicio de Combate.

Disponía de un aeropuerto internacional (Ilopango) donde estaba instalada la Base Aérea Militar, además de tener varios campos aéreos o pistas de aterrizaje diseminadas a lo largo del territorio nacional, desde las cuales se podían llevar a cabo operaciones militares.

Ante la evidencia de que los hechos se precipitaban, la FAS empezó a estudiar las actividades de la Fuerza Aérea Hondureña (FAH), de este estudio se supo que los pilotos hondureños habían intensificado sus entrenamientos de combate.

Se actualizaron los estudios cartográficos. Se estudiaron y determinaron todos los objetivos militares y estratégicos en territorio hondureño así como sus posibles campos de dispersión, magnitud y calidad de los pilotos, la posible presencia de mercenarios en sus filas, tanques de combustible de alto octanaje en Puerto Cortez y las condiciones meteorológicas imperantes en el vecino país.

Por otro lado, la FAS incrementó el entrenamiento de sus pilotos y otras medidas de seguridad que la situación exigía.

La apreciación de la situación táctica que se hizo hasta el día 13 de julio de 1969, indicaba claramente que El Salvador superaba a Honduras en todos los elementos que conforman el balance de fuerzas, desarrollo, tradiciones militares, las escuelas de armas, infantería, artillería, caballería, excepto en el arma aérea, en la que Honduras superaba a El Salvador en número, calidad de equipo aéreo y armamento en una relación de tres a uno.

Según esta apreciación la FAS contaba con el siguiente material aéreo: cinco “Goodyear FG-1D Corsario”, cinco “Cavalier F-51 Mustang”, seis “Douglas C-47”, un “Canadair DC-4M”, un “Douglas B-26 Invader”, cinco “Cessna U-17”, cinco “Cessna T-41”, un “Beechcraft T-34 Mentor” y un “North American AT-6”; mientras que Honduras contaba con más de cincuenta y dos aviones "Vought F4U-4, F4U-5, -5N, -5NL Corsario", T-28 y C-47.

Sin embargo, este balance resultaba aún más desventajoso para FAS, sí tomamos en cuenta que los aviones comerciales de transporte hondureños en el momento requerido podían ser utilizados como aviones de transporte y bombardeo, ya que en realidad así sucedió. Prueba de esto, es que el día 4 y aún el mismo día 14 de julio, aviones civiles de la Empresa SASHA artillados ametrallaron posiciones fronterizas salvadoreñas en EL Poy y Citalá.

En cuanto al número de pilotos, también era mucho mayor el de Honduras, de tal manera que contaba con suficientes reservas si el caso lo requería.

Ante la superioridad numérica de la FAH, la única alternativa era el ataque por sorpresa, a fin de que mediante él, y con la destrucción de los aviones hondureños que fueran alcanzados por el bombardeo, las fuerzas de infantería se equipararan para pelear en igualdad de condiciones.

Pero este análisis de fuerzas era más que sombrío para El Salvador, casi de improvisto surgió un detalle que hasta ese momento se había pasado por alto - los pilotos civiles. Se llamó al Club Salvadoreño de Aviación Civil y Reserva y se les informó a éstos de la urgencia del caso en defensa de la Patria, y respondieron como era de esperar, haciendo gala de un verdadero patriotismo y valor.

Fueron ellos los que aportaron veinte aviones, que si bien es cierto no eran de combate, sí podían servir en forma decisiva para el golpe que se preparaba, toda vez que se les utilizara teniendo en cuenta la capacidad y eficiencia de dichas máquinas. Los pilotos civiles sabían que la misión que se les encomendaba no era nada fácil y de los peligros a que se verían expuestos, pero sin embargo, aceptaron el reto diciendo presentes por la Patria.

Estos aviones fueron artillados con granadas de 60 y 81 mm. con mecanismo especial construido por el Subteniente Leopoldo Suárez.
De esta manera, fue como la FAS aumentó su número de unidades, aunque muchos de ellos fueran aviones de riego, pero que podían cumplir con una misión, aunque las naves no respondían para un combate aire-aire, pero esa desventaja podía ser eliminada mediante el golpe sorpresivo, y una buena dosis de valor que nunca les faltó, tanto a militares como a civiles.

De acuerdo a la apreciación de la situación, que conjugada con los medios permitió a la FAS trazar sus propios cursos de acción.

Fundamentalmente, lo más importante era atacar por sorpresa la mayor cantidad de objetivos con todos los medios disponibles, haciendo caer nuestro centro de gravedad sobre las bases aéreas principales: Toncontín, La Mesa y otras pistas de aterrizaje, con el propósito de neutralizar la aviación enemiga en tierra, tomando en cuenta la superioridad numérica de ésta.

Se consideró el crepúsculo matutino y vespertino. Ambas alternativas representaban serios problemas de ejecución. La primera alternativa, el crepúsculo matutino en caso de fallar, daba al enemigo doce horas luz para contraatacar y la posibilidad de tener seis horas en la mañana de excelente tiempo meteorológico. La segunda alternativa, el crepúsculo vespertino representaba el problema del casi seguro mal tiempo, pero tenía la ventaja de la impunidad de la noche para reagruparse y ejecutar un segundo ataque, sin la posibilidad de una reacción enemiga inmediata, en caso de alguna dispersión no prevista de la aviación hondureña a otros campos de aviación, y al día siguiente aniquilar al enemigo en tierra; después de esto se consideró que los "F-51 Mustang" eran muy lentos en maniobras cerradas, por sus "tip tanks" fijos, en cambio los "FG-1D Corsario", eran ágiles en maniobras a baja altura, pero máquinas bastante gastadas sin supercargador, lo cual los volvía lentos a altura; para hacerlos reaccionar había que hacer grandes aplicaciones de potencia lo que producía temperaturas altas del motor y excesivo consumo de combustible, así mismo, carecían de luces e instrumentos de navegación. De acuerdo a lo anterior, se escogió el crepúsculo vespertino para realizar el ataque.

Día "D": 14 DE JULIO. Hora "H": 18:10 horas:

A las 15:00 horas del día "D", los pilotos se encontraban concentrados e incomunicados en las instalaciones de la FAS, conocían el plan de operaciones, la hora "H", más era necesario la orden del señor Presidente de la República y Comandante General de la Fuerza Armada, General Fidel Sánchez Hernández para ejecutar la misión.
El Comandante de la FAS, Mayor Salvador Henríquez habiendo recibido la orden ejecutoria del señor Presidente de la República, ordena a los pilotos proceder y realizar la misión encomendada.

A las 16:30 horas, los pilotos encienden los motores de sus aviones, los aparatos se alinean en la pista, listos para despegar, al cabo de unos segundos despega el primero, el segundo, el tercero y así sucesivamente hasta que treinta aviones están en el aire, su objetivo: Honduras, la misión bombardear los puntos claves del enemigo y destruir en tierra la aviación hondureña. A las 17:00 horas se dejó sin energía eléctrica la capital.

A las 18:10 horas, diez minutos antes de concluir el crepúsculo vespertino, comenzó el ataque: La FAS estaba sobre sus objetivos. La Capital hondureña estaba tranquila. No así su aeropuerto Toncontín, sede la FAH, donde los aviones salvadoreños están próximos a iniciar el bombardeo. El C-47 estaba ya a poca altura sobre el aeropuerto, segundos después Tegucigalpa se conmovió con el estruendo de la primer bomba. Luego se escuchó el tableteo de las ametralladoras de los "Mustang" que pasaban rasante buscando sus objetivos en el eje de la pista.

Los pilotos salvadoreños habían sorprendido la capital hondureña iluminada, pero tan pronto sintieron el ataque, la ciudad quedó en completa oscuridad, más esto fue inútil, ya que el crepúsculo vespertino no había terminado aún y por otro lado las llamas de los incendios, reflejaban perfectamente la silueta de la ciudad y sus alrededores. Al mismo tiempo, otros campos de aviación y objetivos militares eran bombardeados por el sorpresivo ataque salvadoreño.

A las 18:20 horas, el crepúsculo vespertino había terminado. La aviación salvadoreña cumplida su misión, se reagrupó y se dirigió con sus aviones hacia el suelo patrio.

Todo un pueblo estaba pendiente del resultado y esperaba con ansias a todos los valientes pilotos.

A las 19:00 horas, en aquel silencio sepulcral de la noche, empezase a oír el ruido de los aviones que regresaban a sus bases, las cuales estaban distribuidas a lo largo del territorio nacional: Amatecampo, Cangrejera, El Cauca, San Andrés, Colima, Madresal y La Carrera, por mencionar algunas de ellas. Los aviones traían completamente sus luces de posición y navegación apagadas.

Mientras tanto, Honduras como El Salvador, estaban en completa oscuridad, esperando el amanecer del día 15 de julio.

Días después de haber terminado la guerra, un hondureño que participaba en una convención de vendedores de una compañía internacional, que tiene sucursales en toda Centroamérica, se refirió a este bombardeo de la siguiente manera: - "Lo que nunca perdonaremos a los guanacos es el pánico que sembraron en Tegucigalpa durante la noche del bombardeo del 14 de julio. Aquello era una pesadilla interminable... Yo creí que me volvería loco...!".

Día 15 DE JULIO, 05:00 horas:

El día 15 de julio de 1969 todo el mundo conocía la verdad; El Salvador había iniciado la "Guerra de Legítima Defensa" o "Guerra de la Dignidad Nacional". Los periódicos de América, con titulares de primera plana destacaban la noticia del ataque sorpresivo de la aviación salvadoreña, así mismo las emisoras del istmo transmitían con lujo de detalles todos los por menores de la situación.

El Salvador esperaba lareacción de la FAH, más ésta fue demasiado débil, ya que únicamente cuatro aviones enemigos contraatacaron este día: Dos en el Aeropuerto de Ilopango y dos en el Puerto de Acajutla, en Sonsonate; éstos dos últimos también bombardearon los tanques de combustible del Puerto de Cutuco, en La Unión. Como era predecible un ataque a las refinerías de petroleo, días antes, más del 90% del combustible fue traslado a lugares seguros dentro del territorio nacional.

Los dos aviones que atacaron el Puerto de Acajutla provocaron un incendio en uno de los tanques de combustible de la refinería de petróleo. Este resultado alegró mucho a los hondureños, ya que el humo era de tales proporciones que daba la impresión que toda la refinería estaba en llamas. Los otros dos aviones que atacaron la Base de Ilopango, tuvieron una misión muy infructuosa en virtud de que los pilotos no tuvieron el valor de descender lo necesario como para efectuar un bombardeo efectivo, debido al intensivo fuego antiaéreo y al patrullaje continuo del Capitán Héctor Leonel Lobo Pérez. Uno de los aviones fue seriamente dañado, ya que partes del fuselaje cayeron sobre la pista de aterrizaje, y huyó rumbo al Pacífico. De este ataque, las cuatro bombas lanzadas sobre Ilopango, dos bombas no explotaron y las otras dos, hiceron impacto en un hangar vacío y una pista de taxeo.

Una acción que reviste valor humano y espíritu militar, es la realizada por el Capitán Douglas Vladimir Varela Moreno, quien al ver los aviones hondureños bombardeando Ilopango, corre en un jeep militar hasta llegar al hangar, luego, arranca un avión “F-51 Mustang” y despega, aún bajo el fuego que los aviones enemigos le hicieran en el momento que su avión iniciaba carrera de despegue, posteriormente, junto al Capitán Lobo combaten a los aviones enemigos, dispersándolos uno hacia el sur y otro hacia el norte, éste último se interna en Guatemala sin presentar batalla al Capitán Varela, ya que procedió a aterrizar en la pista de Morales, Izabal, permaneciendo allí su nave hasta el final de la guerra.

Cuando se producía la incursión de los aviones hondureños; y éstos eran perseguidos por las naves de los Capitanes Lobo y Varela, hizo su aparición una avioneta civil salvadoreña, por lo que entre las personas que presenciaban las acciones bélicas confundió la situación. Inmediatamente se corrió la versión de que la avioneta era hondureña y que había sido obligada a aterrizar. El avión militar salvadoreño no le disparó a la avioneta, porque se identificó cuando efectuaba el descenso. El resultado del bombardeo de Ilopango fue nulo, ya que sólo dos bombas estallaron; una de ellas cayó sobre un hangar desocupado, causando daños estructurales solamente; la otra cayó sobre una de las pistas de taxeo, ocasionando daños menores.

La FAS nuevamente sobre Honduras:

El día 15, a las 05:00 horas, al mismo tiempo que dos aviones hondureños bombardeaban Ilopango, seis aviones de la FAS estaban bombardeando el Aeropuerto de Toncontín, Tegucigalpa. Los pilotos salvadoreños dicen que este ataque fue más efectivo que el del día anterior; sus efectos fueron más palpables y visibles, ya que efectivamente, fueron considerables los daños causados a la base aérea en infraestructura y equipo.

Cuando los aviones salvadoreños se encontraban sobrevolando el Aeropuerto de Toncontín, el Mayor Girón Cortez reporta que un avión enemigo iba a despegar y descarga sus bombas sobre un hangar. Posteriormente, el Capitán Cortez, inicia una peligrosa picada haciendo impacto directo en una torre y en los tanques de combustible; para luego entablar feroz combate aire-aire con el "Corsario" enemigo, este último sufrió desperfectos mecánicos y tuvo que retirarse de la acción, entrando un T-28 al combate. Durante el combate, el Corsario del Capitán Cortez, resultó dañado en la parte trasera del empenaje, la batería completamente destruida y resultando herido por esquirlas en la pierna derecha, aún así, con el avión dañado, dejó una bomba y se separó del grupo dirigiéndose a la Casa Presidencial hondureña, cuando sobrevolaba dicho lugar, la dejó caer, con tan mala suerte que la bomba no explotó, después de terminada su fallida empresa se reagrupó con el resto de la formación, regresando con el Mayor Girón Cortez a su base en San Andrés, mientras que los otros cuatro se dirigieron a su base en Ilopango, reportando columnas de humo sobre Cutuco y Acajutla.

De este ataque, un despacho de la agencia noticiosa UPI, procedente de Tegucigalpa con fecha 15 de julio dice lo siguiente:

"Se informó que el Aeropuerto Internacional de Toncontín fue atacado esta mañana por seis aviones identificados como salvadoreños". Según otro informe, "el Puerto de San Lorenzo fue ametrallado y los daños fueron serios". Otro despacho de la misma agencia dice: "... los salvadoreños lanzaron un ataque en masa con tropa blindada contra Honduras".

A continuación se transcribe el Comunicado No. 2 que el Alto Mando Salvadoreño emitió sobre la base de los sucesos acaecidos este mismo día:

COMUNICADO No. 2
“A las cinco de la mañana de hoy la aviación hondureña atacó diferentes puntos estratégicos del territorio salvadoreño. El ataque es una débil represalia por la eficaz incursión realizada ayer por la aviación salvadoreña, que bombardeó objetivos militares en diferentes ciudades importantes de Honduras, que destruyó naves aéreas en tierra. En Acajutla se realizó un bombardeo, en la Chorrera del Guayabo se verificó una incursión sin consecuencias, en La Unión fueron alcanzados tres tanques de gasolina, pero el fuego ha sido controlado por la población civil que esta prestando eficiente colaboración con las autoridades de seguridad pública. Sobre el Aeropuerto de Ilopango se trabó un combate aéreo cuando aviones hondureños trataron de penetrar la cortina salvadoreña de protección, pero fueron rechazados con eficiencia por la aviación salvadoreña, y el nutrido fuego antiaéreo. Las incursiones aéreas de Honduras sobre las instalaciones salvadoreñas resultaron ineficaces. Entre tanto, de los distintos puntos claves del frente de operaciones, se ha informado que el Ejército salvadoreño avanza con paso firme sobre territorio hondureño. Una de ellas está integrada por la Guardia Nacional y la otra por la Tercera Brigada de Infantería. Ambas columnas están convergiendo para dar el golpe decisivo. La moral de la Fuerza Armada salvadoreña es alta. Los oficiales y soldados han demostrado su elevada preparación técnica. San Salvador, Julio 15 de 1969".

Mientras tanto, este mismo día dos aviones "Corsario" cumplían una misión de apoyo al este del río Goascorán. A las 11:00 horas, el enemigo ametralla una columna de tropas salvadoreñas que se conducían sobre la Carretera Panamericana, percatándose de ello el Mayor Mario Encarnación Echeverría, y cuál no sería su sorpresa al ver que un avión enemigo F4U-5 estaba en posición de atacar al avión FG-1D piloteado por el Mayor Girón Cortez; destacándose el Mayor Echeverría en maniobras cerradas atacando al avión enemigo, disparando sus ametralladoras .50 y haciendo blanco en el fuselaje, huyendo el enemigo de la zona de combate aún con humo en el avión.

Por otro lado, dos aviones C-47 de la FAS bombardearon el área de Nueva Ocotepeque, a petición de las tropas del 1o. y 8o. batallón de infantería salvadoreños, quienes tenían rodeada la ciudad.

Uno de estos aviones, el piloteado por el Mayor Velasco y Adrián Panameño después de haber neutralizado fuego enemigo, fue atacado por un “Corsario” hondureño que al realizar sus disparos impacto en uno de los motores, el cual estalló en vuelo, realizando la tripulación una picada con su aparato para controlar el fuego del motor, creyendo el adversario que lo había derribado, logrando posteriormente aterrizar únicamente con un motor funcionando en el Aeropuerto de Ilopango.

Un despacho de la agencia AP de fecha 15 de julio informó lo siguiente: "En Washington, Jorge Fidel Durón, representante hondureño ante la OEA, dijo que las tropas vecinas habían penetrado 64 kilómetros dentro del territorio de su país y que algunas de ellas utilizaron la Carretera Panamericana para sus acciones. El Presidente Nixon estaba siendo informado de los acontecimientos pero no emitió ninguna declaración sobre el conflicto".

Otro cable de la agencia UPI dice: "Guatemala. Julio 15. Un avión militar salvadoreño aterrizó anoche en el Aeropuerto La Aurora de esta capital, según se dijo, después de bombardear posiciones hondureñas. Según informaron los noticieros de esta mañana, el aparato militar salvadoreño realizó un aterrizaje forzoso por avería". El avión al que se refiere este cable, es el "F-51D Mustang" FAS No. 400, que piloteara el Capitán Benjamín Trabanino Santos.

Día: 16 de julio:

Día 16 de julio Este día, a las 04:30 horas se ejecutaría la misión de bombardeo sobre Puerto Cortez y Golozón, pero a la hora del despegue se aborta la misión porque los dos aviones "F-51 Mustang" involucrados colisionan en la cabecera de la pista 33 del Aeropuerto de Ilopango. Debido a este accidente, hubo que suspender la operación más importante a realizar, que consistía en tomar, por medio de una operación aerotransportada La Presa, hoy Cajón, ubicada a cinco millas al norte del Lago Yojoa. Día

17 de julio:

El 17 de julio, a las 11:30 horas se enviaron dos aviones "F-51 Mustang" en misión de apoyo aéreo a las tropas del 11o. Batallón de Infantería al mando del Teniente Coronel David Isaac Guzmán, quienes estaban siendo hostigadas por aviones de la FAH al sudeste del puesto fronterizo de El Amatillo en territorio hondureño, entrando el avión del Capitán Varela en combate aire-aire con un avión enemigo el cual evadió todo contacto directo, persiguiéndole el Capitán Varela durante unos minutos, pero en ese momento es atacado y alcanzado por el fuego de otro avión enemigo que le daba cobertura al otro "Corsario" hondureño; en esos instantes entra en acción el "Mustang" del Capitán Lobo entablando combate y haciendo blanco en el avión enemigo, pero la agilidad del avión F4U-5 hondureño comparado con el F-51 salvadoreño, maniobra y toma posición atrás del Capitán Lobo y abre fuego con sus cañones 20 mm., quien al darse cuenta de las ventajas del avión enemigo, efectúa una maniobra en espiral ascendente, en la cual el "Corsario" hondureño debido a su peso pierde control, momento en el que el Capitán Lobo en su "Mustang" con velocidad y control vira sobre su ala derecha y hace impacto directo sobre el avión enemigo derribándolo. Este combate fue visto por las tropas de los ejércitos de ambos países.

En este combate fue derribado el avión del Capitán Varela quien logró saltar en paracaídas, cayendo su avión en una zona de bosques salados aledaña al Puerto de San Lorenzo, Honduras en las riveras del Golfo de Fonseca. El Capitán Varela fue capturado por tropas hondureñas, que lo ataron de manos y lo uncieron a un jeep para arrastrarlo a lo largo de diez kilómetros aproximadamente, habiendo llegado agonizante al cementerio de Nacaome, donde fue ultimado a machetazos por elementos de la "Mancha Brava".

Este mismo día, a las 14:00 horas después de muchas misiones de apoyo táctico, se envió una más de proteger el puente Goascorán. La Misión no había sido planificada, sin embargo, fue ordenada por el Alto Mando con la salvedad que los pilotos serían voluntarios. Los pilotos voluntarios fueron los Capitanes Guillermo Reynaldo Cortez y Salvador Cezeña Amaya, quienes en dos aviones FG-1D llegaron y permanecieron en la zona por un largo tiempo sin que el enemigo hiciera acto de presencia; así que dispusieron regresar a su base para reabastecerse de combustible. Cuando se encontraban al este de San José La Fuente, fueron ubicados por una patrulla de dos F4U-5, uno de los "Corsarios" hondureños inició picada hasta colocarse en la parte trasera inferior de los aviones salvadoreños, abriendo fuego primero al del Capitán Cezeña quien se vio obligado a saltar en paracaídas, no sin antes informar por radio al Capitán Cortez de la presencia del avión enemigo, el cual en maniobra subsiguiente trabó combate con el Capitán Cortez, sin embargo, el avión enemigo era mucho más veloz que el avión salvadoreño, lo cual pronto quedó evidenciado. Luego, en un segundo pase tomando altura el avión enemigo atacó e hizo impacto con sus cañones 20 mm. en el avión del Capitán Cortez, así como también en su cuerpo, quien herido trató de planear su avión evitando caer sobre la población civil, estrellándose en las afueras de San José La Fuente, departamento de La Unión.

Según entrevista realizada por el doctor Marco Lavagnino al coronel Fernando Soto Henríquez a mediados de 1998, este fue el piloto que en un F4U-5, derribó a los tres aviones salvadoreños el día 17 de julio, y que durante el combate aire-aire con el capitán Cortez, éste último logro impactarle su aeronave con varios disparos calibre 50 en un ala.

En el transcurso de la guerra, se adquirieron 19 aviones “F-51 Mustang” por fuentes no oficiales, cuatro Douglas B-26 Invader y el primer helicóptero Fairchild-Hiller FH 1100. Posteriormente, en el mes de noviembre de 1969, se compró un segundo helicóptero del mismo tipo.

A pesar de las fallas señaladas en las operaciones iniciales, de los ataques de los días 14 y 15 de julio, con los medios disminuidos considerablemente por los derribos del día 17, la FAS logró conseguir los objetivos básicos siguientes:

* Mantener a la Fuerza Aérea Hondureña fuera del área de operaciones de nuestras tropas de infantería, las cuales pudieron mantener los territorios ocupados hasta su entrega a la OEA.

* Impedir el bombardeo del puente Goascorán, manteniéndolo intacto para los abastecimientos de las tropas salvadoreñas que ocupaban territorio hondureño, como para su posterior repliegue al momento de entregar los territorios conquistados a la OEA, mediante una acción de fuerza política y no militar.

* El intenso patrullaje realizado por aviones civiles y militares impidió que las tropas salvadoreñas que había penetrado hasta Llano Largo y posiciones circunvecinas fueran atacadas por aviones hondureños con sede en La Mesa y que de alguna manera quisieran hacer sentir su superioridad aérea, ya que ningún combate fue reportado en esta zona.


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Mr Stryker
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Mensaje por Mr Stryker »

El artículo anterior solamente habla de la campaña de la fuerza aérea, no he podido encontrar la del Ejército.


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Jaldo
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Mensaje por Jaldo »

Un poco fantasioso,dramatico y desacertado el relato...


Jaldo
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Mensaje por Jaldo »

Tomado del diario La Prensa:


Expertos explosionan bomba de alto poder
El portavoz de las Fuerzas Armadas, Benjamín Oliva, dijo a periodistas que el artefacto, que solo puede ser lanzado de un avión, fue hallado por unos obreros cuando abrían una zanja en un área entre la Fuerza Aérea y una industria de calzado, en el extremo sur de Tegucigalpa.

Tegucigalpa, Honduras

Una bomba de alto poder, que data de unos 40 años y que fue hallada en las cercanías de la Fuerza Aérea Hondureña en Tegucigalpa, fue explosionada bajo control, sin causar daños, informó hoy una fuente militar.

El portavoz de las Fuerzas Armadas, Benjamín Oliva, dijo a periodistas que el artefacto, que solo puede ser lanzado de un avión, fue hallado por unos obreros cuando abrían una zanja en un área entre la Fuerza Aérea y una industria de calzado, en el extremo sur de Tegucigalpa.

Agregó que la explosión se hizo anoche de manera controlada por el Cuerpo Antibombas, en coordinación con personal de la Fuerza Aérea, y que la bomba, que estaba con su espoleta activada, tenía un peso de unas 110 libras (50 kilos).

Según Oliva, la Fuerza Aérea Honduras no ha utilizado en su armamento ese tipo de bomba y no descartó que haya sido utilizada por la Fuerza Aérea de El Salvador durante la guerra de 100 horas que ambos países libraron en julio de 1969, por un contencioso limítrofe y migratorio que databa de más de un siglo.

Durante la guerra, que inició el 14 de julio de 1969, aparatos de la aviación salvadoreña lograron llegar hasta Tegucigalpa y lanzaron algunas bombas en el área de la Base Hernán Acosta, que se localiza al sur de la capital hondureña.

El estruendo que se produjo anoche por la bomba causó alarma entre los pobladores de la zona sur de Tegucigalpa, según informaron medios locales, aunque hasta hoy los militares explicaron las causas de la explosión controlada


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